¡Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen!

Señor de los Milagros de San Benito Abad. Foto: PSBA.
Angeles

Nuevamente se avecinan las “fiestas del perdón” y todos los caminos conducen a San Benito Abad. Los creyentes ahítos de esperanza se postran ante la imagen mestiza que se observa elevada en el fondo de la iglesia, al final de la nave central. Abierto de brazos, con su cabeza inclinada y con los mechones de pelo largo descendiendo hasta sus hombros, la efigie del Milagroso, que lleva decenas de años atrayendo fieles por la fama de sus prodigios, se ha convertido en una de las reliquias más veneradas por toda la Costa.


El imponente templo estilo neo-románico clásico con algunos retoques góticos, considerado, además, monumento nacional, da la bienvenida a los peregrinos que llegan de todos los rincones de la Costa, del interior del país y hasta del extranjero.

Algunas veces se ha visto desfilar por su interior a grandes personalidades de nuestra región, y uno que otro cantante vallenato ha inclinado su cabeza ante el “negrito de la Nilla”, como le llaman con profusa fe.

Con frecuencia se observa en tónica reflexiva a diferentes “caciques políticos”, precisamente cuando se aproximan elecciones. Si no fuera porque más de una vez los paralíticos han caminado, los ciegos visto y los mudos hablado, uno diría que el Milagroso no hace milagros, porque muchos de estos políticos que con fe se arrodillan son los mismos que han saqueado a diestra y siniestra las arcas de nuestros pueblos.

Hoy las instituciones de Sucre y Córdoba se encuentran sumergidas en un mar oscuro; una vorágine que amenaza con tragarse hasta la mínima esperanza de las personas más vulnerables. La corrupción que fustiga a todo el territorio colombiano también ha tocado, evidentemente, al pueblo del MILAGROSO.

Este año es político y se avecinan elecciones para Senado y Cámara, el abanico de aspirantes comienza a abrirse y desde ahora se observa a los candidatos postrados solemnemente ante la presencia del Cristo. Espero recuerden siempre que en el recorrido que hacen en sus carros lujosos para llegar al templo ya han pasado por los corregimientos de San Isidro, Los Ángeles y Rancho Latía; estos pueblos, que pertenecen a San Benito Abad, al igual que el Cristo, se encuentran crucificados por la pobreza, el abandono de las Administraciones de turno y por un cúmulo de promesas políticas sin cumplir.

Este año, por razones pandémicas, el Cristo no será sacado del templo en procesión y no vendrán los peregrinos como en otros tiempos a paliar las necesidades de los sambenitinos, que ven en las dos fiestas del Milagroso las únicas esperanzas de percibir unos centavos. No obstante, los que sí no pueden faltar son los mítines políticos, las promesas rancias y el mismo atraso. Es cierto que el Milagroso no saldrá por las decrépitas calles, pero todo lo estará viendo desde su traslucido nicho cristal.

Comentarios en Facebook

Deja una respuesta

Ingresa tu comentario
Por favor, ingrese su nombre aquí