Editorial-14 de agosto de 2018: La restitución en Sucre tiene cifras para mostrar

Angeles

Cumplidos siste años de la Ley de Restitución de Tierras, es preciso recordar que Sucre fue una de las prioridades del pasado Gobierno nacional para esa forma de justicia transicional.

En nuestro departamento fue inaugurada una moderna Oficina de Restitución de Tierras, con lo cual empezaba a saldarse una deuda histórica con las víctimas de las más crueles formas de violencia.

La política de restitución de tierras deja en Sucre números para mostrar. El 11 de octubre próximo termina el plazo para que quienes se crean con derecho a solicitar restitución de tierras lo hagan.

Por eso, revisemos los números oficiales con detenimiento.

Hasta el 10 de agosto de 2018, la Unidad de Restitución de Tierras en Sucre ha recibido 3.144 solicitudes. El 95%, o sea, 2.913, han sido intervenidas y todas estas últimas han finalizado su trámite administrativo.

Todo lo anterior ha dejado 354 decisiones de fondo y han sido restituidas 3.294 hectáreas en el departamento.

Esto se traduce en alrededor de 1.179 beneficiarios que representan 265 familias y la emisión de 93 sentencias. De esas 265 familias, 242 han sido restituidas y 35 compensadas. Los jueces han tenido en sus manos 420 casos.

Al tocar el factor económico, el componente de proyectos productivos de la Unidad ha invertido 2 mil 500 millones de pesos en Sucre.

La restitución en el país tuvo un capítulo conflictivo, pues los propietarios de siempre, que fueron despojados, se enfrentaron a quienes luego compraron lo que un día fue de los primeros. Esos casos se conocían como de segundos ocupantes. Estos también tienen derechos y muchos han sido indemnizados. Veintitrés segundos ocupantes de Morroa, Colosó y Ovejas han sido reconocidos como tal.

La otra cifra económica es 168 millones 933 mil 362 pesos, que representan el valor entregado por la Unidad para aliviar pasivos, o sea, exoneración, condonación y refinanciación de impuestos prediales.

Esperemos que nuestros campesinos malogrados en cuerpo y espíritu por la guerra sigan recuperando lo que con sus laboriosas manos se ganaron para ellos y sus hijos. Ellos merecen vivir en paz.

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