Recursos de fe para este sábado 16 de junio

Foto: Pixabay.
Angeles
(Contenido facilitado por www.diocesisdesincelejo.org)

Sábado de la X semana del Tiempo Ordinario. Año II

Feria o Bienaventurada Virgen María. Colores verde o blanco

Primera lectura

Lectura del primer libro de los Reyes (19,19-21):

En aquellos días, Elías se marchó del monte y encontró a Elíseo, hijo de Safat, arando con doce yuntas en fila, él con la última. Elías pasó a su lado y le echó encima el manto.
Entonces Eliseo, dejando los bueyes, corrió tras Elías y le pidió: «Déjame decir adiós a mis padres; luego vuelvo y te sigo.»
Elías le dijo: «Ve y vuelve; ¿quién te lo impide?»
Elíseo dio la vuelta, cogió la yunta de bueyes y los ofreció en sacrificio; hizo fuego con los aperos, asó la carne y ofreció de comer a su gente; luego se levantó, marchó tras Elías y se puso a su servicio.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 15,1-2a.5.7-8.9-10

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano. R/.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R/.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,33-37):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo a los antiguos: «No jurarás en falso» y «Cumplirás tus votos al Señor.» Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo. A vosotros os basta decir «sí» o «no». Lo que pasa de ahí viene del Maligno.»

Palabra del Señor


Reflexión de la Palabra

Sábado de la X semana del Tiempo Ordinario. Año II.
En los versículos 17 y 18 del capítulo 19 se supone un conflicto entre Siria e Israel y otro interno en Israel, aunque Israel y Judá tienen relaciones amistosas (cf. 2Ry 9). El anuncio consiste en que el conflicto interno de Israel agudizará el conflicto con Siria. En efecto, Jehú asesinará a los reyes de Israel (Jorán) y de Judá (Ocozías) y a Jezabel, la madre de Jorán. Jehú se sentirá facultado para erradicar la idolatría y la brujería introducidas por Jezabel, y para vengar la muerte de Nabot, el de Yizreel. El autor da a entender que todas esas muertes son consecuencias de la idolatría. La profecía anuncia distintos «castigos»: unos a manos de paganos (Jazael), otros a las de Jehú, rey de Israel, y los otros a manos de Eliseo, sucesor de Elías. Por otro lado, quedarán «siete mil en Israel», cifra simbólica de totalidad, referida a la integridad o fidelidad del ese resto que él cuidará durante las desgracias previstas en el anuncio del versículo anterior.
1Ry 19,19-21.
El encuentro entre Elías y Eliseo (אֱלִישַׁע: «Dios es mi salvación») aunque parezca casual, estaba ya indicado por el Señor, por lo que el verbo «encontrar» se ha de entender cono resultado de la búsqueda diligente de Elías para cumplir el encargo del Señor (cf. 19,16). Eliseo está en lo suyo, «arando», lo que permite deducir que era agricultor. El dato de que tenía doce yuntas señala, de un lado, su fortaleza física y su juventud (él estaba tras la duodécima), y, del otro, su capacidad económica, lo que permite inferir que también era propietario del campo que cultivaba. Que las yuntas fueran «doce» autoriza a asociarlo con las doce tribus del pueblo, lo que pone su misión en función de la alianza del Señor con el pueblo, aunque ahora ese pueblo esté dividido.
La acción inicial del profeta en relación con Eliseo («pasó a su lado») implica el acercamiento y la libertad. Elías se le aproximó a Eliseo, pero no se le impuso. El hecho de seguir caminando le dejó espacio para la reciprocidad. El gesto de Elías («le echó el manto encima») se entiende desde la cultura hebrea, en la que «el manto» posee varios significados. Aquí se especifica que se trata de una capa de piel (אַדֶּרֶת), la traducción griega precisa que es un manto de piel de oveja (μηλωτή), dato importante, porque los profetas se distinguían por usar mantos peludos (cf. 2Ry 1,8; Zac 13,4). Echar el propio manto sobre alguien era como asociar ambos destinos (cf. Ez 16,8; Rut 3,9). En este caso, implica la investidura de Eliseo como profeta, asociado así a Elías.
La reacción de Eliseo («corrió tras Elías») implica una ruptura inicial, la de su actividad («dejando los bueyes»), lo que significa una aceptación inmediata de la investidura de la que acababa de ser objeto. Aceptación que se confirma con la solicitud que le hizo a Elías («déjame decirles adiós a mis padres»), lo cual implicó una ruptura más decisiva, parecida a la del matrimonio (cf. Gn 2,24), y que expresaba el modo como entendió él su asociación a Elías como profeta («luego vuelvo y te sigo»). Hasta este punto, todo se había hecho con libertad, y Elías ratificó que así debía seguir siendo («vete, pero vuelve. ¿Quién te lo impide?»). Y Eliseo manifestó por tercera vez su radical ruptura con la vida que había llevado hasta entonces: ofreció en sacrificio la yunta de bueyes, coció la carne con los aperos encendidos, «y convidó a su gente». Dejó atrás una vida familiar de cierta placidez y comodidad para aceptar un llamado del Señor. Y se puso al servicio de Elías en calidad de aprendiz de profeta.
El llamado del Señor se verifica en momentos de crisis nacional e internacional. La idolatría era a la vez causa y efecto de la descomposición social. Elías persistió en su fidelidad incluso a pesar de sí mismo, porque se sentía desalentado y sin fuerzas para seguir reclamando en nombre de la alianza con el Señor, alianza que al pueblo parecía importarle poco, o nada, debido a la presión que sobre él ejercían los gobernantes. El Señor le regala un compañero y sucesor, pero Elías ha de invitarlo y marchar delante de él. Así, aunque pareciera impensable, se renovó la alianza.
Feliz sábado, en compañía de María, la madre del Señor.
Adalberto Sierra Severiche, Pbro. 
Vicario general de la Diócesis de Sincelejo
Párroco en Nuestra Señora del Perpetuo Socorro → Fan page 

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