Este año la imagen de Jesús montado en el burro, que marca su entrada triunfal a Jerusalén y es la que utilizan en la multitudinaria procesión del Domingo de Ramos, no tuvo la compañía de los fieles.
Por lo menos, no de la misma forma, como ocurrió antes de la pandemia: con ramos, en masa y con la feligresía a pie.
Pero Jesús sí salió en ‘procesión’; la imagen de Cristo en el borrico, que todos los años sale de la Cruz de Mayo en Sincelejo, estuvo a la vista de muchos porque el capellán del Comando de la Policía, padre Martín Argumedo, apoyado por un grupo de fieles laicos, se dio a la tarea de que fuera Jesús quien buscara a los que este año no podían llegar hasta él para la procesión.
En una cama-baja, sobre el mismo burrito de años anteriores y con uno que otro ramo y dos miembros de los nazarenos de la catedral, el ícono del hombre que partió en dos la historia de la humanidad, pasó por muchas calles de Sincelejo.
Una Semana Santa distinta, como dicen en la Iglesia, «los templos están cerrados, pero la Iglesia sigue viva».
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