La Palabra del día y la reflexión del padre Adalberto-miércoles

Foto: Pixabay.
Angeles

(Contenido facilitado por www.diocesisdesincelejo.org)

Miércoles de la XVI semana del Tiempo Ordinario. Año I

La Palabra del día

Primera lectura

Lectura del libro del Éxodo (16,1-5.9-15):
Toda la comunidad de Israel partió de Elim y llegó al desierto de Sin, entre Elim y Sinaí, el día quince del segundo mes después de salir de Egipto.
La comunidad de los israelitas protestó contra Moisés y Aarón en el desierto diciendo: «¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos alrededor de la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda la comunidad.»
El Señor dijo a Moisés: «Yo haré llover pan del cielo; que el pueblo salga a recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba, a ver si guarda mi ley o no. el día sexto prepararán lo que hayan recogido, y será el doble de lo que recojan a diario.»
Moisés dijo a Aarón: «Di a la comunidad de los israelitas: «Acercaos al Señor, que ha escuchado vuestras murmuraciones».»
Mientras Aarón hablaba a la asamblea, ellos se volvieron hacia el desierto y vieron la gloria del Señor que aparecía en una nube.
El Señor dijo a Moisés: «He oído las murmuraciones de los israelitas. Diles de mi parte: «Al atardecer comeréis carne, por la mañana os hartaréis de pan, para que sepáis que yo soy el Señor, Dios vuestro».»
Por la tarde una bandada de codornices cubrió todo el campamento; por la mañana había una capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo parecido a la escarcha. 
Al verlo, los israelitas se dijeron: «¿Qué es esto?»
Pues no sabían lo que era. 
Moisés les dijo: «Es el pan que el Señor os da de comer.»

 

Palabra de Dios

Salmo

Sal 77,18-19.23-24.25-26.27-28

 

R./ El Señor les dio pan del cielo

Tentaron a Dios en sus corazones,
pidiendo una comida a su gusto;
hablaron contra Dios: «¿Podrá Dios
preparar una mesa en el desierto?» R./

Pero dio orden a las altas nubes,
abrió las compuertas del cielo:
hizo llover sobre ellos maná,
les dio un trigo celeste. R./

Y el hombre comió pan de ángeles,
les mandó provisiones hasta la hartura.
Hizo soplar desde el cielo el Levante,
y dirigió con su fuerza el viento sur. R./

Hizo llover carne como una polvareda,
y volátiles como arena del mar;
los hizo caer en mitad del campamento,
alrededor de sus tiendas. R./

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,1-9):

 

Aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Acudió tanta gente, que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla. 
Les habló mucho rato en parábolas: «Salió el sembrador a sembrar. al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol. se abrasó, y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos ciento, otros sesenta, otros treinta. El que tenga oídos, que oiga.»

Palabra del Señor


La reflexión del padre Adalberto
Miércoles de la XVI semana del Tiempo Ordinario. Año I.
 
Entre la opresión en Egipto, que queda atrás, y la «tierra espaciosa que mana leche y miel» hay un largo trecho por recorrer. Es el camino hacia la libertad («tierra espaciosa») y la vida generosa («leche y miel»), objetos de la promesa divina, pero también conquista del pueblo. La experiencia de necesidades elementales (sed y hambre) y la satisfacción inesperada de las mismas conducen al pueblo a una nueva comprensión.
Primero, la sed. Después de tres jornadas de camino por un árido desierto, y cuando, por fin, encontraron agua, esta resultó impotable, debió de ser una experiencia decepcionante. El pueblo reclamó al mediador, y este apeló al Señor, quien le indicó una solución a la vez a su alcance (nada extraordinario) y ajena a él (no la conocía). El Señor insistió en la necesidad de que se le hiciera caso, porque esa manifestación de confianza será la que les asegurará la liberación; los egipcios perecieron a causa de su enfermiza ambición de dominio y desafiaron al Señor, que es el que «cura» (libera). Así llegaron a un tranquilo oasis en donde encontraron «doce manantiales» (el número ideal de las tribus) y «setenta palmeras» (el número de los emigrantes: Gen 46,27; cf. Exo 1,5), «y acamparon allí, a la orilla del mar» (Exo 15,22-27, omitido).
 
En la misma línea de la satisfacción de la sed, la satisfacción del hambre se da de forma natural. Se reportan juntos acontecimientos que debieron de haber ocurrido separados. El maná se debe –todavía hoy– a la secreción dulce producida por ciertos tamariscos (tamarix mannifera) cuando son picados, hacia mayo y junio, por insectos cóccidos que abundan en la región central del Sinaí. Las codornices resultan fáciles de atrapar cuando, fatigadas por la travesía del Mediterráneo, se posan en la costa al dirigirse de Europa a África para invernar, hacia los meses de septiembre y octubre. Esos acontecimientos ocurren en distintos momentos del año.
La «murmuración» es una actitud recurrente que se opone al éxodo; ya se había dado en el caso de la sed (cf. Exo 15,24). Más que una simple habladuría, la «murmuración», desvirtúa los hechos, desacredita a los mensajeros del Señor y pretende justificar la resistencia de los murmuradores al éxodo liberador. Por medio de ella Israel se muestra poco dispuesto a asumir la conquista de su propia libertad. La «murmuración» deshonra a todo trance el sentido de la salida de Egipto, y la añoranza de las cadenas de la esclavitud –asociada a esa murmuración– la hace reprochable.
En su primera mención, la «murmuración» tiene por objeto a Moisés y Aarón, pero el Señor sale en apoyo de estos, y ellos le transmiten al pueblo un anuncio del Señor presentándolo como una prueba de que es el Señor quien los ha sacado de Egipto, y no ellos dos, que es lo que sugiere la murmuración. Ellos hacen ver al pueblo que protestó contra el Señor, y por eso él responde. Por tres veces afirman Moisés y Aarón que las murmuraciones no han sido contra ellos dos, como afirma el pueblo (cf. vv. 2.7b), sino contra el Señor en persona (cf. vv. 7a.8.ab).
En primer lugar, anuncian que ese mismo día el pueblo reconocerá que el Señor lo liberó y que en el día siguiente verá la gloria del Señor. Una acción depende de la otra. Así, Moisés y Aarón refieren la murmuración al Señor («ha oído sus murmuraciones contra el Señor»). La «carne» que comerán por la tarde mostrará que el Señor los sacó de Egipto (cf. vv. 6.12a); el pan que comerán el día siguiente revelará la gloria del Señor (vv. 6.12b), gloria que se hará visible «en una nube» (cf. v.10) y no dejará dudas de que el Señor es el Dios de los israelitas (cf. v. 12).
La acumulación de los dos dones que temporalmente debieron darse separados, delata quizá afán de síntesis, o pretende, tal vez, contrastar la generosidad del Señor con la desconfianza patente en la murmuración del pueblo. Cuanto más escépticos se muestran los israelitas en el buen éxito del éxodo, tanto más se desborda la dadivosidad del Señor. La secreción dulce producida por la tamarix manniferagotea desde sus hojas hasta el suelo, donde se solidifica a causa del aire fresco de las noches del desierto; pero, como su punto de fusión es muy bajo (22°C), hay que recogerla temprano, antes de que el calor del sol la funda. El nombre «maná» procede de la traducción de la Biblia hebrea al griego (LXX: Num 11,6-7 μαννα), pero aquí se hace derivar de una etimología popular (¿qué es esto?: מָן הוּא). Moisés les explicó que era el pan que el Señor les daba de comer.
La expresión «llover pan del cielo» (v. 4), vincula la lluvia con la morada divina –o con el mismo Dios– y es metáfora de bendición, y, por tanto, signo de donación de vida, la cual en el relato se asociará al respeto por el descanso del sexto día. La «prueba» a la que se refiere el v. 4 consiste en que el pueblo recoja la ración diaria de pan, un «omer» o «gomer» (עֹמֶר) por persona, según el número de miembros de cada familia, medida que se cumple independientemente de lo que cada uno recoja, con la prohibición de guardar para el día siguiente, y con la orden de recoger el doble el día sexto. El objetivo de estas prescripciones es claramente inculcar el respeto por el sábado, lo cual implica confianza en que el Señor dirige el éxodo y vela por la supervivencia del pueblo. El hecho de que la medida resultara igual para todos, fuera que recogieran en mayor o en menor cantidad, y la corrupción del maná que guardaron para el día siguiente –en tanto que el recogido el sexto día no se dañaba– son todas maneras de urgir esa confianza (cf. Exo 16,16-35, omitido).
 
A partir del capítulo 6 del evangelio de Juan, el episodio del maná se asocia con la eucaristía, si bien con las reservas que impone Jesús. En efecto, siendo un fenómeno natural, los israelitas lo elevaron a la condición de «trigo celeste» (cf. Sal 78,24), cosa que Jesús niega (cf. Jn 6,32), porque el verdadero pan del cielo es él, ya que al apropiárselo («comerlo») para vivir de él, el ser humano satisface sus ansias de vida a saciedad. Tampoco se trata de «pan de ángeles», ya que el texto del salmo habla de «pan de héroes» (לֶחֶם אַבִּירִים: Sal 78,25), o «pan de campeones» o, inclusive, «pan de paladines», lo que podría entenderse como alimento de vencedores. En el caso de los israelitas se puede entender que el Señor los alimentó para darles las fuerzas que necesitaban para llevar a cabo el éxodo. En el caso del cristiano, se entiende que Jesús nos capacita para realizar el éxodo definitivo, la victoria de la vida sobre la muerte.
El pleno sentido de la eucaristía no se agota en la mera ingesta del pan, sino que se verifica en la asimilación de la realidad humana de Jesús («la carne del Hijo del Hombre»). Este es el alimento que nos nutre en el nuevo y definitivo éxodo, que consiste en «salir» del «mundo» para atravesar el «mar» de la muerte y llegar al reino del Padre. La comunión con Jesús nos llena del Espíritu de Dios, y se constituye en garantía de nuestro éxodo.
Feliz miércoles.

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