La Palabra del día y la reflexión del padre Adalberto-martes

Foto: Pixabay.
Angeles

(Contenido facilitado por www.diocesisdesincelejo.org)

Palabra del día

Martes de la XXXII semana del Tiempo Ordinario. Año II

Feria, color verde

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Tito (2,1-8.11-14):

Habla de lo que es conforme a la sana doctrina. Di a los ancianos que sean sobrios, serios y prudentes; que estén robustos en la fe, en el amor y en la paciencia. A las ancianas, lo mismo: que sean decentes en el porte, que no sean chismosas ni se envicien con el vino, sino maestras en lo bueno, de modo que inspiren buenas ideas a las jóvenes, enseñándoles a amar a los maridos y a sus hijos, a ser moderadas y púdicas, a cuidar de la casa, a ser bondadosas y sumisas a los maridos, para que no se desacredite la palabra de Dios. A los jóvenes, exhórtalos también a ser prudentes, presentándote en todo como un modelo de buena conducta. En la enseñanza sé íntegro y grave, con un hablar sensato e intachable, para que la parte contraria se abochorne, no pudiendo criticarnos en nada. Porque ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo. Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y para prepararse un pueblo purificado, dedicado a las buenas obras.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 36,3-4.18.23.27.29

R/. El Señor es quien salva a los justos

Confía en el Señor y haz el bien,
habita tu tierra y practica la lealtad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón. R/.

El Señor vela por los días de los buenos,
y su herencia durará siempre.
El Señor asegura los pasos del hombre,
se complace en sus caminos. R/.

Apártate del mal y haz el bien,
y siempre tendrás una casa;
pero los justos poseen la tierra,
la habitarán por siempre jamás. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,7-10):

En aquel tiempo, dijo el Señor: «Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: «En seguida, ven y ponte a la mesa»? ¿No le diréis: «Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú»? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: «Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer.»»

Palabra del Señor


Reflexión de la Palabra

Martes de la XXXII semana del Tiempo Ordinario. Año II.
Después de exponer los requisitos que debe cumplir el responsable (πρεσβύτερος) o el dirigente (ἐπίσκοπος) en su medio socio-familiar, y en su relación con Dios en cuanto administrador suyo, y en relación con los demás, el autor pasó a describir a los falsos maestros y, de paso, hizo alusión a sus errores. Explicó que se refería a judíos convertidos: eran insubordinados, charlatanes y embaucadores; para sacar dinero, no tenían escrúpulo en dañar la paz familiar. Citó la opinión de un poeta cretense, nada favorable a su propia gente, y se mostró de acuerdo con él, tomando pie de esa opinión para pedirle a Tito que reprendiera a los cristianos con energía para que se mantuvieran saludables en la fe, sin escuchar fábulas ni atenerse a preceptos humanos. Invalidó los criterios de «puro» e «impuro» como una cuestión subjetiva y arbitraria, que revela lo que las personas tienen dentro, y no lo que las cosas son en sí, porque hablan de un Dios no conocen, y se obstinan en el mal, incapacitándose para hacer el bien (cf. 1Tit 1,10-16, omitido).
Tit 2,1-8.11-14.
La «enseñanza sana» (ὑγιαινούση διδασκαλία: cf. 1Tm 1,10; 2Tm 4,3) se concreta en unas normas de conducta dirigidas a los «ancianos» (adultos), a los jóvenes (Tito es uno entre ellos) y a los esclavos (vv. 9-10, omitidos). La preocupación visible es que la vida cristiana sea intachable a los ojos de la sociedad cretense (vv. 5.8.10.15). Por eso, las recomendaciones que da no son para los cristianos en las familias, sino, por edad y por sexo, para los diferentes sectores sociales, de los cuales ellos forman parte.
1. La enseñanza sana a los ancianos.
A los adultos varones, les inculca el buen juicio, la respetabilidad y la sensatez, en lo social, y, en lo eclesial, vitalidad en la fe, el amor y la paciencia. Ellos eran el rostro visible de la comunidad.
A las mujeres, comportamiento reverente, no dadas al chisme ni al vino; deben ser maestras en lo bueno, y educar a las jóvenes para que sean buenas esposas y madres, sensatas y púdicas, hogareñas, bondadosas y dóciles a sus maridos. Esto, porque la libertad cristiana podía dar la impresión de insubordinación familiar, y había que evitar que «se desprestigie la buena noticia».
2. La enseñanza sana a los jóvenes.
Dado que las jóvenes eran educadas por sus madres y abuelas, aquí se refiere solo a la enseñanza para los varones jóvenes. Tito había de darles testimonio de sensatez; su enseñanza debía estar respaldada por su integridad y su seriedad (un joven que sabe comportarse con «anciano»). Su palabra debía ser bien fundamentada y, a la vez, irrefutable, de manera que los posibles ataques denigrantes se quedaran sin piso desde antes de ser formulados.
3. La enseñanza sana a los esclavos (omitida).
La buena noticia parece haber penetrado primero entre los excluidos. Había en esa sociedad cristianos que eran esclavos de amos paganos. La recomendación a todos ellos consiste en que, siendo interiormente libres y socialmente esclavos, muestren esa libertad interior con hechos: nada de indisciplina, ni de irrespeto, ni de robos; por el contrario, que muestren ser de confianza y honrados, para que honren de ese modo a Dios, que es su verdadero maestro de vida.
4. La motivación de la enseñanza sana.
La manifestación visible del «favor» (χάρις) de Dios para la salvación universal es la motivación de la enseñanza cristiana. Es decir, en Jesús se reveló concretamente ese «favor» o amor de Dios (el Espíritu Santo) y los indujo a un nuevo género de vida animado por ese «favor»:
• rechazar la vida impía y los deseos mundanos,
• vivir con equilibrio, rectitud y piedad, y
• aguardar la venida gloriosa del Mesías Jesús.
Jesús es presentado con tres rasgos:
• Mesías, revelador de la gloria del Dios salvador,
• Entregado y liberador de la interioridad humana,
• Convocador de un pueblo elegido para hacer el bien.
Presentando esa enseñanza, Tito debe animar y reprender como quien está a cargo, de manera que nadie lo menosprecie a causa de lo que inculca (v. 15, omitido).
El énfasis puesto en la conducta es totalmente acertado. Pero la conducta no puede reducirse a una serie de preceptos éticos practicados en clave defensiva, reduciendo así la experiencia del «favor» de Dios a un comportamiento inatacable, porque a veces la buena noticia suscita rechazo. No es que el cristiano ande buscando enemigos ni confrontaciones, es que a veces no puede evitarlos, porque no son de su iniciativa. El favor de Dios nos libera interiormente y nos capacita para convivir en armonía con los demás, pero nuestra libertad interior relativiza los valores del mundo y nos permite romper con ellos sin arrogancia ni vergüenza. Cuando los demás veneran esos valores como intocables, se desata el conflicto.
No es cuestión de subvertir caóticamente el orden social vigente, ni tampoco se trata de aceptar acríticamente cualquier orden social, porque no podemos renunciar al «favor» de Dios, como experiencia de amor recibido y como experiencia de amor vivido. Es en el Espíritu, ese «favor» personal que es respuesta de Dios a la fe en Jesús Mesías, en donde está la profunda motivación de la conducta cristiana. No es un conjunto de normas incuestionables, sino los frutos de la vida nueva. Esa es la nueva vida que se alimenta con la comunión eucarística.
Feliz martes.
Adalberto Sierra Severiche, Pbro. 
Vicario general de la Diócesis de Sincelejo
Párroco en Nuestra Señora del Perpetuo Socorro → Fan page

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