Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,20-25):
En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios Jesús les contestó: «El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.»
Dijo a sus discípulos: «Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del hombre, y no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí no os vayáis detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación.»
Palabra del Señor
Jueves de la XXXII semana del Tiempo Ordinario. Año II.
La carta de Pablo a Filemón tiene características que la hacen única. Es la más breve de las suyas, trata un problema personal, a lo sumo familiar, en un contexto eclesial, establece el contraste entre «el mundo» y el reino de Dios (las leyes sociales y la fraternidad cristiana) y deja que sea el individuo el que libremente
opte por uno u otro, y, muy particularmente –en un asunto de tanta importancia– renuncia a invocar su autoridad.
El asunto es este: A Filemón (Φιλήμων, φίλος + ἡμῶν: amigo nuestro), un cristiano de Colosas evangelizado por Pablo, se le fugó un esclavo tras haberle cometido una falta; este fue a parar a donde Pablo estaba preso, se hizo cristiano y se convirtió en ayudante de Pablo y pidió su apoyo para conseguir el perdón y volver a su antigua casa. El apóstol, por su amistad con Filemón, por consideración con Onésimo, el esclavo, y por respeto a las leyes civiles, devuelve al esclavo con esta carta.
Pueden distinguirse en ella 5 partes:
1. Encabezamiento protocolario y saludo (1-3)
2. Exordio (4-6)
3. El asunto de Onésimo (7-20)
4. Noticias personales (21-22)
5. Saludos y despedida (23-25).
El leccionario solo propone a la lectura el asunto de Onésimo (vv. 7-20).
Flm 7-20.
1. El encabezamiento protocolario.
Aunque es Pablo quien escribe (v. 19), incluye como remitente a Timoteo. Él se presenta como «preso por (causa del) Mesías Jesús», lo cual debería sensibilizar a Filemón y predisponerlo a su favor. A este lo llama «querido amigo y colaborador nuestro» (incluye a Timoteo). Apia (Ἀπφία: «fructuosa», o «productiva», nombre frigio) se considera que es la esposa de Filemón. Arquipo (Ἄρχίππος: «el que domina el caballo») es el hijo de ambos, y parece haber ejercido un ministerio en la iglesia de Colosas (cf. Col 4,17). El asunto concierne a la pequeña comunidad que se reúne en casa de Filemón, por eso también ella aparece como destinataria de la carta. El saludo es el habitual: les desea el «favor» (amor comunicado) y la «paz» (amor compartido), que es el Espíritu Santo, de parte de Dios Padre y del Señor Jesús Mesías.
2. Exordio.
La acostumbrada acción de gracias se refiere a la conducta de Filemón, de la cual Pablo tiene noticias, que manifiesta notable amor y fidelidad al Señor Jesús y a los hermanos, seguramente por su apoyo a los creyentes. En su oración, al tiempo que da gracias, pide que Filemón sea consciente de que todo lo bueno que tenga un cristiano es para favorecer la causa del Mesías.
3. El asunto de Onésimo.
Insiste de nuevo en la caridad de Filemón para apoyarse en ella, y no en la libertad (παρρησία) cristiana que tiene para prescribirle una conducta. Declara que prefiere hacerle un ruego apelando a esa caridad, anciano y preso como está por la causa del Mesías. Y formula el ruego a favor de Onésimo, a quien llama su «hijo», porque lo condujo a la fe a pesar de estar prisionero. Su estatus de «hijo» lo hace libre, pero Pablo no quiere apelar a las leyes que rigen la esclavitud, sino al amor cristiano. El nombre de este esclavo, Onésimo (Ὀνήσιμος) era muy común entre ellos, dada su significación (se deriva de ὄνησις, que significa «útil», «provechoso» o «ventajoso»). Pablo juega retóricamente con el significado del nombre para sugerirle a Filemón que Onésimo en un tiempo fue inútil para él, pero que ahora puede ser útil para ambos (para Filemón y Pablo). E insiste en recomendarlo como algo muy querido para él («mis entrañas»).
Pablo considera que Filemón gustosamente le serviría durante el tiempo que durara su cautiverio, por eso sugiere que habría interpretado bien el deseo de Filemón si se hubiera quedado con su esclavo para que le sirviera en lugar del amo, pero prefiere contar con el consentimiento explícito de Filemón, para que este no se vea forzado a hacer el favor, sino que lo haga por su expresa voluntad. Además, sugiere también que esta crisis puede resultar provechosa para todos, porque la fuga de Onésimo se puede trocar en un retorno definitivo y más favorable, porque ahora lo recuperaría no como esclavo, sino, «más que como esclavo, como hermano querido». Esto deja ver que la libertad del amor fraterno es más fiel que la sumisión incondicional de la esclavitud. Y Filemón, como ser humano y como cristiano, puede verificarlo.
El apóstol se identifica con el esclavo (cf. Flp 2,7) y le pide a Filemón identificarse con él, para que reciba a Onésimo como si lo recibiera a él mismo. Se ofrece a cancelar la deuda que hubiera contraído Onésimo por el tiempo que dejó de prestarle sus servicios a Filemón, no sin dejar de recordarle a este que le debe lo que ha llegado a ser. Por eso apela finalmente a su condición de cristiano para insistirle en el favor que le está pidiendo. Esto indica que Filemón valora mucho su fe cristiana, y que a Pablo le consta.
4. Noticias personales.
Pablo conoce bien a Filemón y se siente seguro de él como cristiano. Inclusive, no duda de que Filemón es capaz de dar más de lo que él le pide. Por eso, con toda la naturalidad, le pide que le tenga preparado alojamiento, porque espera salir libre gracias a las oraciones de la comunidad de Filemón, y confía en que Dios les concederá el regalo de reencontrarse con ellos. Pablo espera llegar y encontrar a Onésimo en su casa.
5. Saludos y despedida.
Los compañeros que Pablo menciona son conocidos en Colosas: Epafras (Col 1,7), Marcos (Col 4,10), Aristarco (Col 4,10), Dimas (Col 4,14), Lucas (Col 4,14). Todos son colaboradores suyos. Ese grupo sufrirá una deserción, Dimas (cf. 2Tim 4,10).
La despedida formula nuevamente el deseo de que el «favor» del Señor Jesús Mesías (el Espíritu Santo) permanezca en la comunidad.
«El problema de la esclavitud» es abstracto. El problema de Onésimo es concreto. Cuando los problemas tienen nombres de personas, y está de por medio la fe, hay posibilidad de resolverlos sobradamente de manera humana y cristiana. Es necesario que la fe penetre en las relaciones interpersonales y las transforme desde dentro. El camino del diálogo, la reflexión y discusión racionales es humano, aunque pueda ser demorado, pero también puede ser abreviado cuando la fe abre sus horizontes de libertad y amor.
Cuanto más nos identifiquemos con Jesús, tanto más claras veremos las soluciones a situaciones sociales que ahora nos parecen caminos sin salida, precisamente porque nos falta el estímulo de la caridad. La comunión eucarística puede aportarnos ese impulso de Espíritu que nos permite superarnos a nosotros mismos.
Feliz jueves eucarístico y vocacional.
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