El drama laboral detrás de la primera vacuna

Este frasco es el de la primera vacuna aplicada en Colombia. Foto de sucrenoticias.com
Angeles

Detrás de la pomposa inauguración del plan nacional de vacunación contra la covid-19 este miércoles en Sincelejo, hay un drama laboral del que pocos hablan. Se trata de la histórica deuda salarial con los empleados del Hospital Universitario de Sincelejo.


En uno de los filtros de seguridad instalados por la Policía y la Armada en el barrio Puerto Escondido salen tres auxiliares de enfermería que terminan su turno de 7:00 de la noche del martes a 7:00 de la mañana de este 17 de febrero.

Reacias al contacto con la prensa porque las pueden despedir –según ellas mismas indican–, pese a que no les pagan, expresan lo que esperan tanto como la vacuna: sus sueldos.

Ninguna quiso identificarse, su nombre, el que muchos inscriben hoy en el libro de “héroes”, es importante solo para trabajar, más no para recibir su justa recompensa salarial.

“Me deben 2018, parte de 2019; en 2020, noviembre, diciembre, y lo que va de este año. Y las primas”, relata una.

Con el Miércoles de Ceniza como marco y ante la pregunta de cómo hacen para cumplir con sus obligaciones sin recibir dinero, la respuesta es que “Dios es grande y poderoso”.

Una de ellas comenta que el protocolo para recibir al presidente Duque incluyó que a gran parte del personal le permitieran salir de turno solo por Urgencias porque no podían acercarse al área donde laboran.

“Los periodistas publican y publican nuestra problemática y no pasa nada”, añade una, mientras que otra le halla la razón a eso: “Los entes territoriales de control aquí no hacen nada”.

“Llamamos a Contraloría, Procuraduría, Ministerio del Trabajo… No tenemos doliente. Ellos (las directivas de Hospital) dicen que la prioridad es (el trabajador de) planta. Nosotros, que nos matamos en el turno nocturno, nada”, concluye la que al principio poco hablaba.

Una de las vinculadas a una de las empresas por las cuales las han tercerizado laboralmente, recibió, la noche en que empezaba turno, un mensaje de su jefe en que les prometen un pago. Creen que fue un atenuante por la visita del presidente y un conjuro de cualquier protesta.

Esta deuda es solo una muestra de los pasivos que, tras dos meses de intervención, hay en el Hospital sin solución pronta a la vista.

Sin salario, entre promesas incumplidas y sin poder expresarse públicamente, siguen cumpliendo con lo que muchos llaman un trabajo de héroes cuyo reconocimiento es solo de labios para afuera.

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