La descontaminación del Arroyo Grande de Corozal, que atraviesa una gran parte de la sabana sucreña y desemboca en la ciénaga del corregimiento Santiago Apóstol, del municipio de San Benito Abad, fue anunciada este fin de semana.
Se centrará, según el Gobierno nacional, en la ciénaga santiaguera y busca mejorar la calidad del agua.
Qué mejor noticia para uno de los pueblos más tradicionales de Sucre como este, donde la ciénaga es todo para sus habitantes, la mayoría pescadores, que tienen su propio monumento en el parque principal, de frente al emblemático y bonito templo en honor a Santiago.
Santiago es, como la Villa de San Benito Abad, una población descuidada por el Gobierno local, departamental y nacional. En el corregimiento hay solo una calle pavimentada, no hay agua permanente, el servicio de energía eléctrica sufre muchas veces de inconstancia y no hay alcantarillado.
Intervenirlo para recuperar la ciénaga es un buen comienzo para salvar la deuda histórica del Estado con el mejoramiento de la calidad de vida de sus gentes, que se hacen notar cada 25 de julio por su fervorosa devoción a Santiago, apóstol.
Quienes conocemos Santiago Apóstol sabemos que la vida no es fácil allí y que la vocación pesquera ha sobrevivido, incluso, a la contaminación del Arroyo Grande. Los pescadores se las ingenian para lograr buenas faenas, pero hay días en blanco y para nadie es un secreto que la grave contaminación es la causa.
Que el proyecto de descontaminación de esta ciénaga no quede en estudios, que sea más práctico que abstracto, pues, si de estudios se trata, la Mojana y el San Jorge ya son más que doctores y los resultados parece habérselos llevado la corriente. La gente se merece vivir con calidad y los gobernantes tienen que entender eso.
Los entes de control, la Defensoría y las veedurías deben poner sus ojos en este proyecto y mirar, al cabo de 18 meses, si los $13.800 millones que cuesta el mismo sirvieron o no de algo. De no ser así, que los responsables den cuentas por su incapacidad.
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