De espaldas a la estatua al militar español Antonio De la Torre y Miranda, fundador de Sincelejo, dos asiduos visitantes al antiguo Camellón Once de Noviembre se muestran ajenos a la conmemoración de los 243 años de fundación de la ciudad.
Su charla no la distrae casi nada, la tertulia mañanera que ya llevan avanzada a las 8:00 se mantiene firme pese a los trompetazos de los carabineros en honor al militar y los campanazos de la catedral que anuncian la hora.
Amanecieron entre añoranzas, lamentos y reproches. Han llegado a viejos con muchos deseos hasta el momento no realizados. El que más mencionan: la falta de industria en Sincelejo.
Estos septuagenarios personajes hablan sin eufemismos. El primero en perderle el miedo a la grabadora es Álvaro Chadid. Con un rostro fruncido por el resplandor –y tal vez porque le duele su tierra– se define sincelejano puro, criado con el agua del Pozo de Majagual.
«Lamentable, aquí no hay nada. La industria que hay aquí es el mototaxismo, no hay nada. Esto es un pueblo», resume.
Extraña las industrias, esas que según él existían cuando no había sido creado el departamento. Y enseguida fustiga sin piedad a quienes cree que son el mayor mal para esta tierra: los políticos.
«Hay que votar por menos ladrones, porque todo el que se lanza es ladrón. Mucha corrupción, demasiada corrupción. Todo el que llega ahí es a robar», sentencia.
A su lado, Vicente Rodríguez tiene una opinión igual de directa: «Creo que es una vergüenza hacerle venia a una estatua, cuando vinieron fue a robar al pueblo. Desde entonces, no habido, así como lo dice este muchacho (su compañero de al lado), fábricas. Tuvieron que irse por mucho impuesto. Y esos impuestos no los utilizaban para universidad ni para los colegios, los cogían para ellos».
Rodríguez atribuye la falta de credibilidad de la gente en los políticos en que ellos no cumplen y se hacen ricos con los que es de todos.
De 60 años atrás, cuando llegó para quedarse, se lamenta de que nadie sea amigo, que sigan aumentando los impuestos y que haya pocas entradas para subsistir.
De forma cortante, la entrevista termina. Los tertuliantes deben continuar con su plática y aprovechar que el sol no ha arreciado y «la fresca» está aún a su favor.
Hay avances, pero…
En el mismo sector, frente a la imagen de san Francisco de Asís, Mónica Patricia, como se identificó, sincelejana por adopción desde hace 20 años, aplaude que el Centro ya no tenga motos circulando gran parte del día y que haya libertad para los peatones.
«Lo malo sería que están dañando las calles y las otras están todavía sin arreglar y para uno venir al Centro es un proceso», cuenta.
En contravía de sus antecesores en la opinión, Diana Pinzón cree que en la ciudad hay desarrollo, que existen limitantes y que como ciudadanos hay que ser propicio a obras como la pavimentación de calles.
«El agua también era un tema engorroso, y ahora contamos con un mejor servicio. Administrativamente está cambiando. Necesitamos que se extienda esta mejoría hacia la periferia, barrios de la zona sur, norte, donde hay asentamiento con extrema pobreza», añade.
Pinzón también propone intervenir culturalmente el Parque Santander para lograr que las familias puedan volver, como antes, a pasear a sus hijos en la noches en las chivitas de madera, a sentarse a coger fresco y a comer helados de carrito. Cosas que ya no pueden hacer porque en el Parque la paz se perdió hace rato.
Lo de siempre
La conmemoración de los 243 años incluyó una misa a las 7:00 de la mañana, una ofrenda floral a las 8:00, este año patrocinada por un centro comercial, en honor a Antonio De la Torre y Miranda, fotos y música para las 4:00 y 5:00 de la tarde en el Parque Santander.
Este año el alcalde de Sincelejo fue ausente. Extraoficialmente se conoció que estaba indispuesto de salud y en su lugar estuvo el recién llegado secretario de Gobierno junto con el comandante de la Policía en Sucre, coronel Luis Vallejo Gustín.
Mira aquí el video de la ofrenda floral.
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