Recursos de fe para este domingo 8 de julio

Foto: Pïxabay.
Angeles

(Contenido facilitado por www.diocesisdesincelejo.org)

Palabra del día

XIV Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B

Color verde

Primera lectura

Lectura de la profecía de Ezequiel (2,2-5):

En aquellos días, el espíritu entró en mí, me puso en pie, y oí que me decía: «Hijo de Adán, yo te envío a los israelitas, a un pueblo rebelde que se ha rebelado contra mí. Sus padres y ellos me han ofendido hasta el presente día. También los hijos son testarudos y obstinados; a ellos te envío para que les digas: «Esto dice el Señor.» Ellos, te hagan caso o no te hagan caso, pues son un pueblo rebelde, sabrán que hubo un profeta en medio de ellos.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 122

R/. Nuestros ojos están en el Señor,
esperando su misericordia

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores. R/.

Como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia. R/.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos. R/.

Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (12,7b-10):

Para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un ángel de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces he pedido al Señor verme libre de él; y me ha respondido: «Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad.» Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo. Por eso, vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,1-6):

En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?»
Y esto les resultaba escandaloso.
Jesús les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.»
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

Palabra del Señor


Reflexión de la Palabra

XIV Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B.
La primera vez que Marcos narró la presencia de Jesús en una sinagoga reportó una reacción de admiración y asombro por su libertad para enseñar, y el consiguiente descrédito de la enseñanza de los letrados. La segunda, mostró que Jesús urgió a la gente a emanciparse del apego a la Ley, que le impedía desarrollarse humanamente. Por eso, los letrados lo declararon enemigo de Dios. Esto suscitó dos reacciones en el pueblo: una gran parte simpatizó con él y siguió escuchándolo; sus allegados consideraron que él cometía una locura e intentaron detenerlo. Él prosiguió en su empeño, y le hizo su propuesta tanto a los sometidos de la sociedad pagana, en donde encontró eco, como a los de la sociedad judía. Pero faltaba ver cómo reaccionarían los que aún seguían sumisos a la sinagoga y atenidos a la enseñanza de los letrados.
Mc 6,1-6.
La buena noticia de este domingo nos resume la reacción de la mayoría de la gente sometida al influjo de la enseñanza que impartían los letrados fariseos en la sinagoga; pero también muestra la actitud de Jesús en su empeño por llevar esa buena noticia a todos. El relato se puede dividir en una breve introducción, las reacciones en la sinagoga ante Jesús, las reacciones de Jesús ante los grupos, y una breve conclusión.
1. Introducción.
Jesús fue con sus discípulos al encuentro de los apegados a la institución judía para exponerles su mensaje, en espera de que ellos se emanciparan de esa institución. Pasaron varios días, pero su presencia solo se notó cuando él fue a la sinagoga el sábado, porque, por ser «día de precepto», no lo podían evitar. A diferencia de lo que pasó en Cafarnaún (Mc 1,21), esta vez fue «seguido» por sus discípulos, pero la sinagoga no reaccionará a su favor.
2. Reacciones en la sinagoga.
La enseñanza de Jesús causó acá una impresión desfavorable. Se trata, sin duda, del mensaje del reinado universal de Dios, que la vez anterior causó impresión favorable. Esta vez, expresan sus dudas respecto del origen de las manifestaciones de preeminencia que ostenta Jesús. La primera duda es genérica y abarca la totalidad de dichas manifestaciones («¿de dónde le vienen a este esas cosas?»). Esa duda, al no atribuirle a Dios esa preeminencia de Jesús, sugiere un origen distinto.
La segunda duda se relaciona con la enseñanza de Jesús («¿qué clase de saber le han comunicado a este?»), que pregunta por el tipo de conocimiento que él transmite, pero también pone en duda el origen de dicho conocimiento. Al no atribuírselo a Dios, se sugiere que Jesús es un impostor, un falso profeta, porque trae una enseñanza inaudita, «nueva» (cf. Mc 1,27).
La tercera duda se refiere a la manera de explicar las obras liberadoras de Jesús (αἱ δυνάμεις), las cuales ellos consideran que suceden a través de sus manos («¿y qué fuerzas son esas que le salen de las manos’»), dando a entender que Jesús es instrumento de alguien distinto de Dios. Es decir, que, con sus obras, Jesús se comporta como enemigo de Dios.
El afán de desacreditar a Jesús va más allá. Después de poner en duda su enseñanza y sus obras, ahora lo descalifican por su oficio y por su familia. Un carpintero común no es un rabino que ha pasado por la escuela, y ellos opinan que el conocimiento de Dios se da en las escuelas, así que ese carpintero no les brinda garantías. Además, consideran que Jesús, si no se atiene a la tradición patria, no es digno hijo de su padre, por lo que lo llaman «el hijo de María». Los «hermanos» que le atribuyen son parientes cercanos; Santiago y José aparecen más adelante (cf. Mc 15,40) como hijos de otra María, José tiene también una madre que se llama María (cf. Mc 15,47), y lo mismo se dice de Santiago (cf. Mc 16,1). El nombre de María era muy común entre las hijas de la gente pobre; procede del egipcio, y significa «exaltada». Sus «hermanas» no tienen nombre, como Jesús tampoco es designado por el suyo; esto es señal de menosprecio. En conclusión, Jesús es visto por ellos como un motivo de tropiezo («se escandalizaban de él»), no de acercamiento a Dios.
3. Reacciones de Jesús.
Jesús cita un refrán conocido y se lo aplica. Al definirse como «profeta» responde a las dudas de ellos sobre su enseñanza y sus obras, indicando, de paso, que estas proceden de Dios. Él ha sido «despreciado y desestimado» (cf. Is 53,3) como ellos lo han hecho antes con los profetas (cf. Jr 11,21; 12,6). En segundo lugar, se muestra sorprendido –no airado– porque la gente asidua a la sinagoga se negó a creer, ya que esta negativa era propia de los dirigentes; él no esperaba que la gente del común se identificara con sus dominadores y rechazara el mensaje que les trajo libertad, alegría y vida cuando todos reconocieron su «autoridad» (cf. Mc 1,27).
Como consecuencia de lo anterior (y en medio de ambas reacciones) la cerrazón de ellos impide su actividad liberadora («no le fue posible de ningún modo actuar allí con fuerza»), ya que solo puede «curar» (cf. Mc 1,34; 3,2.5) –no «salvar» (cf. Mc 5,23.34)–, y eso apenas «a unos pocos postrados». «Curar» es aliviar el sufrimiento por propia iniciativa, sin que medie la fe; «salvar» es comunicar vida (el Espíritu) a quienes le dan fe. «Postrados» son los debilitados hasta el punto de no poder valerse, y, aunque no comparten la cerrazón del resto, son incapaces de reaccionar. Jesús actúa a su favor como profeta, «aplicándoles las manos», las cuales transmiten su amor.
4. Conclusión.
Eso significa que Jesús tiene un amplio espacio entre los «postrados», los más oprimidos, los que viven en la periferia –en oposición a los integrados a la sinagoga– y están lejos del influjo de la institución dominante. Por eso, Jesús se dirigió a «las aldeas de alrededor», en donde enseñó sin obstáculos. Y ya no volvió a entrar en sinagoga alguna.
La buena noticia no siempre tiene que reportar resonantes triunfos de popularidad ni recibir los aplausos de las mayorías. Pensar eso es triunfalismo, que puede llevar a sacrificar la misma buena noticia en busca de «triunfos» humanos o para cosechar aplausos. A veces, el aparente fracaso a los ojos humanos es muestra de fidelidad al designio de Dios, y esta es la gran victoria que vence el mundo, nuestra fidelidad. El natural deseo de aprobación puede convertirse en búsqueda de aceptación a toda costa, incluso al precio de la traición. Jesús nos muestra que el descrédito ante «los hombres» puede ser ocasión para acreditarse ante Dios. Es cuestión de fidelidad.
Si se cierran puertas a la buena noticia, y también se cierra a sus mensajeros, la caridad hacia los «postrados» de todas las sociedades nos abrirá otras puertas, más conformes con el designio de Dios. Por encima de nuestra popularidad está la fidelidad a la buena noticia. Nuestras asambleas dominicales necesitan tener claro esto para no sucumbir a la tiranía de la buena imagen, que nos puede llevar a graves y dolorosas claudicaciones. Jesús nos precede con su testimonio.
¡Feliz día del Señor!
Adalberto Sierra Severiche, Pbro. 
Vicario general de la Diócesis de Sincelejo
Párroco en Nuestra Señora del Perpetuo Socorro → Fan page 

 

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