Recursos de fe para este viernes 15 de junio

Foto: Pixabay.
Angeles
(Contenido facilitado por www.diocesisdesincelejo.org)

Viernes de la X semana del Tiempo Ordinario. Año II

Primera lectura

Lectura del primer libro de los Reyes (19,9a.11-16):

En aquellos días, cuando Elías llegó a Horeb, el monte de Dios, se metió en una cueva donde pasó la noche.
El Señor le dijo: «Sal y ponte de pie en el monte ante el Señor. ¡El Señor va a pasar!»
Vino un huracán tan violento que descuajaba los montes y hacía trizas las peñas delante del Señor; pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, vino un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto, vino un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó una brisa tenue; al sentirla, Elías se tapó el rostro con el manto, salió afuera y se puso en pie a la entrada de la cueva.
Entonces oyó una voz que le decía: «¿Qué haces, aquí, Elías?»
Respondió: «Me consume el celo por el Señor, Dios de los ejércitos, porque los israelitas han abandonado tu alianza, han derruido tus altares y asesinado a tus profetas; sólo quedo yo, y me buscan para matarme.»
El Señor dijo: «Desanda tu camino hacia el desierto de Damasco y, cuando llegues, unge rey de Siria a Jazael, rey de Israel a Jehú, hijo de Nimsí, y profeta sucesor tuyo a Eliseo, hijo de Safat, de Prado Bailén.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 26,7-8a.8b-9abc.13-14

R/. Tu rostro buscaré, Señor

Escúchame, Señor, que te llamo;
ten piedad, respóndeme.
Oigo en mi corazón:
«Buscad mi rostro.» R/.

Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches. R/.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor,
sé valiente, ten ánimo,
espera en el Señor. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,27-32):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído el mandamiento «no cometerás adulterio». Pues yo os digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el infierno. Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno. Está mandado: «El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio.» Pues yo os digo: El que se divorcie de su mujer, excepto en caso de impureza, la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.»

Palabra del Señor


Reflexión de la Palabra

Viernes de la X semana del Tiempo Ordinario. Año II.
El rey Ajab le contó Jezabel a lo que había hecho Elías, y cómo había pasado a cuchillo a los profetas de Baal. Entonces Jezabel mandó a Elías este recado: «Que los dioses me castiguen si mañana a estas horas no hago contigo lo mismo que has hecho tú con cualquiera de ellos». Elías tuvo que huir. Llegó a desear la muerte, pero el Señor lo animó a continuar hasta que llegara al monte Horeb (identificado por tradición con el monte Sinaí), cuarenta días y cuarenta noches después (cf. Nm 14,33: los 40 años del pueblo en el desierto; Ex 24,18: 40 días y 40 noches permaneció Moisés en el monte Sinaí).
1Ry 19,9a.11-16.
En una cueva del Horeb, el Señor se le hace el encontradizo y le anuncia que se le va a manifestar. Pero Elías deberá discernir la presencia del Señor entre un haz de opciones. El Señor no es un Dios cualquiera. Por eso:
• No se encuentra Dios en la violencia del «viento grande y fuerte» (רוּהַ גְדוֹלָה וְחָזָק).
• Tampoco en el estremecedor «terremoto» (רַעַשׁ) encontró Elías al Señor.
• Ni tampoco en el «fuego» (אֵשָׁ) devorador se encontraba el Señor.
• Pero sí en la «voz de un silencio tenue» (קוֹל רְּמָמָה דַקָּה), y desde ella le habló el Señor.
El huracán, el temblor de tierra y el fuego, que en Ex 19 manifestaron la presencia del Señor, en este momento solo se entienden como signos equívocos de su paso.
Elías, de un temperamento fogoso y un espíritu impetuoso («huracán»), debe admitir que ni en ese celo ardiente y avasallador, ni en la conmoción social que él provoca («terremoto») actúa el Dios de Israel, sino en la palabra serena y pacificadora. En cambio, el susurro de la «brisa suave» sugiere la espiritualidad de Dios y la intimidad del trato de sus profetas con él, si bien sus acciones inciden decisivamente en la historia de los hombres (cf. 19,15-17). El Señor no es como Baal, considerado como «el dios de la tormenta», sino que se manifiesta a través de una acción positiva, creadora, liberadora y salvadora, la cual se ha mantenido a través del resto fiel (cf. 19,18).
Así que hay que volver a la realidad. Elías deberá desandar el camino y ejecutar tres acciones que muestran que la historia continúa, pero que el designio de Dios no se frustra, aunque los pueblos sean conducidos por criminales, que Dios mismo conoce (cf. 1Ry 19,17-18):
• En Damasco, ungir rey de Siria a Jazael (léase 2Ry 8,7-15). Reconocer la realidad exterior y el peligro que entraña para Israel.
• En Israel, ungir rey de Israel (norte) a Jehú (léase 2Ry 9-10). Aceptar como un hecho la violencia interna.
• En Israel, ungir como profeta y sucesor suyo a Eliseo (cf. 1Ry 19,19-21; 2Ry 2-8). Es lo único que realmente hace Elías. Y esta es la única mención de la unción de un profeta.
El Señor, que se distingue de Baal, llamado el «dios de la tormenta», se revela en la calma, a pesar del huracán, el terremoto y el fuego que anuncian el juicio de su venida. Él es el Dios que cumple su promesa de paz en medio de las vicisitudes de la historia, tanto de los paganos (Siria, en este relato) como de sus elegidos (Israel, en este caso). Para todos vale la voz del profeta, que juzga a todos de igual manera. La injusticia que procede de la idolatría encuentra en él firme resistencia, pero no violencia. La violencia la ejercen los idólatras y la replican los impíos.
La palabra de vida que se proclama en la eucaristía, y que se recibe como pan de vida eterna (Jesucristo) no procede de ímpetu avasallador alguno, es suave brisa (Espíritu de mansedumbre) que ha de anunciar un juicio inflexible en contra de la injusticia, pero misericordioso para quienes han sido solidarios con sus semejantes. Por eso podemos irnos en paz.
Feliz viernes.
Adalberto Sierra Severiche, Pbro. 
Vicario general de la Diócesis de Sincelejo
Párroco en Nuestra Señora del Perpetuo Socorro → Fan page 

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