Julio Neri Urango es celador del parqueadero de la parroquia Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa en el barrio El Cortijo, de Sincelejo.
Hace un año y medio que ejerce esta labor y sabe perfectamente cómo es de noche es esa parte de la ciudad.
Dice que extraña el bullicio que, a pesar de las altas horas, hay durante su rutina.
Sin ser ajeno al entorno, pide a Dios que cese la pandemia, de la que el nombre le es esquivo, pero de la que sabe cuánto daño puede causar.
Tiene 12 hijos, ocho en Venezuela, donde conoció a la madre de ellos, y cuatro en Sincelejo.
Reside en el barrio Santa Cecilia y aunque hay emergencia sanitaria, debe seguir trabajando para llevar el pan a su hogar.
Tapaboca y guantes, se protege para no llevar el virus a su casa y pide a quienes no han hecho caso, que se aíslen y respeten lo que las autoridades recomiendan.
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