Rosmary Brito, una mujer semilla que florece en los Montes de María

Por Katherine Anaya Díaz, especial para sucrenoticias.com

Rosmary mira la imponencia de los Montes de María. Foto: URT.
Angeles

Cuando le preguntan qué es para ella la tierra, la define con palabras que parecen escogidas al azar pero que, al conocer su historia, se entiende que describen un momento específico de su vida. “Para mí la tierra es identidad, horizonte, esperanza, armonía, unidad; la tierra te pone a soñar”, expresa Rosmary Brito con la misma emoción con la que un poeta habla de su musa. 


Identidad, porque eso encontró su familia y un grupo de campesinos de los Montes de María, en el departamento de Sucre, cuando en 1995, tras un largo proceso administrativo, el extinto Instituto Colombiano de Reforma Agraria (INCORA), les adjudicó un predio de mayor extensión denominado Corinto, ubicado en el corregimiento Cambimba, municipio de Morroa, la cuna del pito atravesao. Los campesinos venían de años trabajando tierras ajenas y al llegar a Corinto por fin tenían un lugar y pertenecían a una comunidad.  

Desde estas tierras vislumbraron un nuevo horizonte y constituyeron la empresa comunitaria La Victoria dedicada a la ganadería doble propósito. Fue en ese momento que emergió el liderazgo de Rosmary, de manera innata, caracterizándose por ser la voz que impulsaba las iniciativas de la empresa. 

Con la confianza que le daba tener su propia tierra, Rosmary trazó el proyecto de vida para su familia, conformada por su esposo Alberto Pimienta y sus tres hijos, Alberto, Sammy e Ilich. El plan familiar era radicarse en Corinto y trabajar juntos por sacar adelante la empresa agrícola comunitaria para asegurar ingresos y una buena calidad de vida, pero, infortunadamente, ese sueño se truncó. 

Esto pasó cuando el Frente 35 de las Farc, como una gran sombra negra, se empezó a apoderar de los Montes de María, buscando ejercer control sobre el territorio mediante intimidaciones y asesinatos selectivos. En poco tiempo los parceleros de Corinto fueron señalados por los guerrilleros como informantes del Ejército Nacional y se convirtieron en blanco de amenazas. La situación hizo imposible que Rosmary y su familia aprovecharan plenamente las tierras y en 1997, cuando la guerrilla asesinó a un campesino de la zona, la familia tomó la decisión de ponerse a salvo dejando atrás su proyecto en el predio y probando suerte en Sincelejo. Meses después, los demás parceleros les siguieron el paso y, poco a poco, Corinto se convirtió en tierra de nadie. 

Rosmary Brito.

En Sincelejo, la esperanza de volver a la tierra se convirtió en un faro para Rosmary y los suyos. En medio del tormentoso mar de dificultades del desplazamiento forzado, ella estaba convencida de que, aunque la vida nos obligue a cambiar el rumbo, derrotarse no es una opción y hay que seguir remando. Así lo hizo, enfrentó todo ese viento en contra en la capital de Sucre, sosteniendo a su familia a punta de planchar ropa en un taller de costura y, además, validó el bachillerato. 

Tiempo después, las dificultades se hicieron infranqueables en la ciudad y la familia se trasladó nuevamente buscando trabajo. Llegaron a la casa de un familiar en el Cabildo Menor de San Martín, corregimiento de Sincelejo, donde fueron acogidos como nuevos miembros de esta comunidad.  

San Martín revivió en Rosmary el espíritu de mujer semilla, y allí revivió su espíritu de liderazgo. Empezó a trabajar hombro a hombro con las artesanas del cabildo y, mediante el ejemplo y la palabra, promovió el empoderamiento de las mujeres y motivó la constitución de ASOMARTÍN, una iniciativa productiva de mujeres que fortaleció la economía familiar y del colectivo. En el cabildo Rosmary confirmó que su misión en la vida era unir, enseñar e influir positivamente en las comunidades para trabajar por el buen vivir y por el bien común. Todo esto lo sentía, pero en su pecho seguía la inquietante sensación de que su lugar era Corinto y que su comunidad la necesitaba. Y la vida la oyó. 

En 2014, un viejo amigo del predio le habló a Rosmary de la Unidad de Restitución de Tierras y le contó que la entidad había iniciado labores en el municipio de Morroa.  Con la noticia, la esperanza empezó a latir más fuerte en su pecho y no dudó en reunir a un grupo de parceleros y solicitó el acompañamiento de la entidad para encontrar el camino de regreso a Corinto.  

De la mano de la Unidad, seis adjudicatarios de Corinto lograron en 2016 que la justicia restableciera sus derechos sobre el predio y les reconociera medidas complementarias de la restitución y la productividad de las tierras. 

Con el apoyo de esta entidad, las familias restituidas de Corinto implementaron proyectos productivos de ganadería doble propósito y seguridad alimentaria, reactivando así la economía familiar y reviviendo el proyecto comunitario que no puso ser dos décadas atrás. Hoy, Rosmary encabeza ASPROCORINTO, una asociación que se proyecta como un gran aporte ganadero y agrícola de la región, conformada por familias que, directa o indirectamente, fueron favorecidas por la política de restitución de tierras. 

La mujer semilla volvió a la tierra donde quería echar raíces y desde su casa en Corinto, solo habla de la armonía que se respira en ese lugar. Algunos días, al finalizar la tarde, sube a lo mas alto de la parcela, desde donde se contempla la majestuosidad de los Montes de María, y allí, la tierra la hace soñar, soñar con una comunidad unida, con una vida estable y próspera, con unos hijos y nietos profesionales y con envejecer en la tranquilidad del campo.  

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