El video que circula en redes sociales y las fotos oficiales de la Gobernación de Sucre muestran momentos que se han vuelto comunes en el país: los deberes de los mandatarios suelen ser mostrados como un logro.
La crítica se ha agudizado porque en un momento en que los biológicos deben ser aplicados con urgencia una vez llegan, como ha ocurrido en otros países, hay primero un protocolo que garantice un amplio despliegue mediático.
Las 696 vacunas que llegaron a Sucre las trajo una aeronave por Corozal y de ahí, en una extensa caravana, la sola caja con los frascos fue acompañada hasta por un tanque de guerra para entregarlas a la Secretaría de Salud de Sucre y al día siguiente esperar al presidente para que, solo en presencia de él, arrancara el plan de vacunación.
El gobernador Héctor Espinosa Oliver ya se había tomado muchas fotos y videos cargando la caja con las vacunas, y cuando llegó al antiguo Dasssalud quiso repetir la escena y por eso hicieron que quien ya las iba a almacenar se regresara para que el mandatario fuera quien las ingresara.
El gobernador cargó la caja de las vacunas por lo menos cuatro veces.
Un caso similar se registró en Cali, donde el ministro de Justicia se demoró en llegar para el pomposo protocolo y por ello la vacunación no empezó a la hora pactada por el mismo Gobierno nacional.
Lo ocurrido no es casual, en Sucre, como ya ocurría en otras ciudades desde hace años, el presupuesto oficial está siendo usado para personalizar las informaciones y dirigir la mirada de la ciudadanía hacia los «logros» del gobernante y no hacia los hechos.
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