La Palabra del día y la reflexión del padre Adalberto-miércoles

Angeles

(Contenido facilitado por www.diocesisdesincelejo.org)

La Palabra del día

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2,22-28):

¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ése es el Anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre. Quien confiesa al Hijo posee también al Padre. En cuanto a vosotros, lo que habéis oído desde el principio permanezca en vosotros. Si permanece en vosotros lo que habéis oído desde el principio, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre; y ésta es la promesa que él mismo nos hizo: la vida eterna. Os he escrito esto respecto a los que tratan de engañaros. Y en cuanto a vosotros, la unción que de él habéis recibido permanece en vosotros, y no necesitáis que nadie os enseñe. Pero como su unción os enseña acerca de todas las cosas –y es verdadera y no mentirosa– según os enseñó, permanecéis en él. Y ahora, hijos, permaneced en él para que, cuando se manifieste, tengamos plena confianza y no quedemos avergonzados lejos de él en su venida.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 97

R/. Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (1,19-28):

Éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?»
Él confesó sin reservas: «Yo no soy el Mesías.»
Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»
Él dijo: «No lo soy.»
«¿Eres tú el Profeta?»
Respondió: «No.»
Y le dijeron: «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?»
Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías.»
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.»
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

Palabra del Señor


Reflexión del padre Adalberto

2 de enero.

La promesa que Jesús encarna y propone no solo sorprende, sino que también decepciona. Los círculos de poder esperaban un Mesías conforme a sus esquemas mentales, a lo que ellos venían proponiendo e inculcándole al pueblo. Ellos esperaban que el Mesías llegara a acreditar lo que le enseñaban al pueblo como mensaje divino y que los certificara como representantes de Dios. No dudaban de que les ratificaría sus privilegios y legitimaría su predominio. Pero cuando Juan hizo sus exigencias de «enmienda» –que no les parecieron religiosas, sino impertinentes– se sintió su reacción de desagrado e inconformidad. Y entonces «los violentos» optaron por oponerse al cumplimiento de la promesa (cf. Mt 11,12-13).
Del mismo modo han reaccionado dentro de las comunidades cristianas los que solapadamente alimentaban ambiciones de dominio y control y esperaban convertir la nueva fe en instrumento para lograr sus fines. Cuando el Espíritu de Jesús liberó interiormente a los hombres del miedo y de la culpa, surgieron los «anticristos», con intenciones de amordazar al Espíritu.

1. Primera lectura: cumplimiento (1Jn 2,22-28).
Prosigue la confrontación con el embustero, es decir, con el falso profeta, «el anticristo». El autor lo presenta corporativamente, como si fuera único, aunque él advierte que son muchos (cf. 2,18).
Este «anticristo» colectivo niega que entre Jesús y el Padre se da una relación de igualdad en la conducta (Padre-Hijo) y, por tanto, en la común condición divina. Negarle al Hijo esa relación con el Padre es negar al Padre. No es una tesis académica («teológica»), es algo crucial: si la obra de Jesús no es atribuible a Dios como su fuente (cf. Jn 5,18-20), entonces Jesús es un farsante y no hay salvación –por un lado–, y –por el otro– Dios no es Padre ni tampoco respalda a Jesús. Quien reconoce a Jesús como Hijo acepta a Dios como Padre. No existe Dios diferente a como lo presenta Jesús. O sea, que el falso profeta («anticristo») cree en un ídolo cuando se representa a Dios de un modo diferente a como lo reveló Jesús.
Lo que el autor afirma no es una opinión teológica, sino una experiencia. Los destinatarios de la carta han experimentado el don del Espíritu y la vida nueva que él comunica; por eso afirman la realidad de esa vida como algo comprobado, de tal modo que negar que Jesús es Hijo de Dios es negar su propia verdad vivida. En cambio, si la comunidad permanece en el mensaje del amor comprometido que asimiló «desde el principio», conservará su unión con el Padre y con el Hijo por medio del Espíritu-amor, el cual es garantía de vida eterna. Esta praxis certifica también la unción-consagración interior que mantiene en la verdad al creyente y su comunidad (verdad que es el amor) y, por tanto, en la unión con el Hijo. Así, cuando la comunidad sea visitada por el Señor (se refiere a la venida salvadora del Señor en el caso de una persecución, por ejemplo), se sentirá segura delante de él porque ha sido fiel en el amor.

2. Evangelio: promesa (Jn 1,19-28)
Juan, en cuanto precursor del Señor, se presenta como un profeta auténtico:
1. Se niega a usurpar el puesto de Mesías. Tres negaciones, cada vez más breves y tajantes de su parte, descartan que él pretendiera ser tenido por el Mesías. No se identifica con las figuras de la expectativa de salvación que abrigaban los judíos, porque él no se atribuye función salvadora.
2. Se define a sí mismo como «una voz» que tiene carácter transitorio, pero alternativo («desde el desierto») y que interpela a los personajes que lo interrogan (los dirigentes) acusándolos de ser los responsables de que el camino del Señor esté torcido («enderecen el camino del Señor»).
3. Da testimonio a favor de Jesús explicando:
• que su bautismo en agua era –ciertamente– símbolo de muerte, por medio del cual la gente se declaraba muerta para el orden injusto y, por tanto, rompía radicalmente con la institución judía.
• que el Mesías ya está presente, pero ellos no lo conocen; que ese desconocido por ellos tiene derecho a ser el «esposo» del pueblo, es decir, va a pactar una nueva alianza, y Juan no lo discute.
• que Juan es solo su precursor, pero como tal tiene la misión de invitar a la gente a anhelar y a buscar una mejor calidad de vida, signo de lo cual es su localización fuera del territorio judío.
Logrando que la gente crea que nació para disfrutar la vida en plenitud (felicidad), Juan despierta o provoca en las multitudes este deseo, y con ese bautismo quiere liberarlas de las instituciones que le cierran el camino hacia Dios. Declarar que él no es quién para desatarle las sandalias a ese enviado de Dios con función liberadora y salvadora (nueva alianza) entraña una advertencia para los dirigentes. Por eso Juan bautiza «al otro lado del Jordán», por fuera de la institución infiel.

El verdadero profeta se propone emancipar a la gente de sus opresores; el falso, por el contrario, pretende integrarla a un sistema de dominación que es idolátrico. Criterio de vital importancia en todo tiempo: imposible ser precursor del Señor y aliado de sistemas explotadores, opresores y envilecedores del ser humano. El autor de la carta –al presentar como un solo personaje a los que él sabe que constituyen un colectivo– quiere dar a entender que todos los «anticristos» van tras el mismo objetivo: imponerse, imponer sus criterios, imponer sus costumbres, y deslegitimar lo que no se avenga con su postura. No los mueve el amor, sino el interés. Pero aducen razones religiosas para proceder como lo hacen, como los dirigentes que tuercen el camino del Señor.
También esto estaba previsto y anunciado por el Señor (cf. Jn 16,1-4). Por eso, quien comulga con él debe amar con un amor semejante al de su Señor, que es liberador y salvador.
Feliz Navidad. Dios está con nosotros.

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