─Si no hubo muertos, la fiesta estuvo mala-, era la terrible sentencia con la que en otros tiempos se juzgaba a las fiestas en corraleja. Hace apenas unos días pasaron las execrables fiestas del 20 de enero, y efectivamente estuvieron malas, por lo menos las de toros, porque no hubo muertos. Sin embargo, por fuera de las corralejas los crímenes no dan tregua. En lo que transcurre del año ya van más de veinte muertos; matan en los parques, a las afueras de los supermercados, en las casas, en los bares, en los moteles y por donde quiera se respire. Como en el lejano Oeste, Sincelejo parece un pueblo sin ley. La comparación resulta bastante literal, pues bastará buscar en Google “Andrés Gómez alcalde de Sincelejo” para encontrarse con un personaje nefasto.
A continuación, esbozaré algo de lo que uno se puede encontrar de él en la web: es exaspirante a la Cámara de Representantes por el Centro Democrático y exconcejal de Sincelejo. Fue capturado en 2015 cuando transportaba 40 millones de pesos en efectivo que serían presuntamente usados para la compra de votos. En junio de 2022 el Consejo de Estado declaró nula su elección como alcalde de la capital de Sucre y en octubre del mismo año el consejo de control ético de Cambio Radical, su partido, lo expulsó de la colectividad por doble militancia. La lista sigue. No obstante, lo que resulta asombroso o quizás descabellado, porque en este territorio ya nada nos asombra, es que siga gobernando o desgobernando. Esto explica intuitivamente el actual estado de orfandad en que se encuentra Sincelejo, una ciudad acéfala. Si tuviéramos que hacer un símil, sería como ciudad Gótica cuando Batman no está.
La Policía, en aras de bajar los índices delictivos, ha relevado a varios comandantes. Sin embargo, los resultados no se han visto reflejados, y si hiciéramos justicia a este libreto de Tarantino, diríamos que el remedio ha resultado peor que la enfermedad, porque en ese intento de dar buenos resultados fueron abatidos en estado de indefensión y de inocencia tres jóvenes en el corregimiento de Chochó.
Finalizaré este escrito con una pregunta. ¿En esta trágica fiesta cabe un mea culpa para los espectadores, aquellos que con su voto llevaron a Andrés Gómez a ser alcalde aun sabiendo los enredos que los precedían? Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
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