Su inconfundible grito fiestero, ¡Juejei, juejejei, juejejeijueeee!, pasará a la historia como una proclama de la buena música. De aquella compuesta con el alma y el sentimiento sabanero, que exalta la cultura sucreña en Colombia y el mundo.
El maestro ‘Nacho’ Paredes murió este sábado en Sincelejo aquejado por una penosa enfermedad. Ocurrió en la tranquilidad de su hogar, en el barrio La Selva, de Sincelejo, donde su esposa Nelly le acompañaba fielmente en su convalecencia.
Nos queda en la retina la imagen reciente de un ‘Nacho’ delgado, disminuido físicamente por el paso de los años, símbolo de la entrega al folclor y a la cultura como una ofrenda de quienes han querido su tierra y se han quedado en ella como una muestra de gratitud.
Es otro gran músico que resta en el inventario de las leyendas vivas del folclor sabanero y una gloria más que se suma al elenco de los grandes que ya han partido, no sin antes hacer igualmente grande su tierra.
Nelly, pensionada, fue para ‘Nacho’ esposa y ayuda en el sustento. Ella se consagró a su atención como esposa y a suplir gran parte de sus necesidades. En ocasiones así, nos preguntamos por qué personajes que han dado tanta gloria al país terminan sus días casi que en el olvido.
También nos pone a pensar el hecho de que las nuevas generaciones conocen, escasamente, el nombre de pila de ‘Nacho’, pues ignoran su legado artístico. Hace falta en los colegios una cátedra de cultura, que enseñe a nuestros niños y jóvenes dónde viven y quiénes han sacado la cara por el departamento.
Se espera que al maestro no le falten homenajes póstumos para que la historia siga refiriendo los aportes culturales de sucreños de colección como este. Y si no los hay (por parte de las autoridades), el mejor homenaje es honrarlos con su música sana, poética, de calidad, vivencial, y eternizar sus voces y aportes como una merecida retribución a quienes tanto dieron. Paz en la tumba del maestro ‘Nacho’.
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