Betulia, como muchos municipios de Sucre, no tiene alcalde. Pero el caso de la tierra del diabolín es más complicado que el de muchos otros en los que el mandatario está detenido o enjuiciado.
A Betulia le renunció el alcalde el 15 de junio. Es el primer caso esta naturaleza en los últimos años. El gobernador Édgar Martínez Romero nombro a uno interino y este domingo el pueblo elige a quien llevará los destinos de la localidad hasta el 31 de diciembre de 2019, es decir, un corto período de 16 meses.
La experiencia de Betulia (y la de los demás municipios sucreños cuyos alcaldes están en líos judiciales) debe ser de aprendizaje para el Departamento. O nos hemos equivocado al elegir, o nos han defraudado con falsas promesas y malos (corruptos, a veces) manejos administrativos. ¿Tiene usted otro motivo? Deje su comentario al final de este editorial.
El caso es lo que sufren la administración pública y los ciudadanos con la deriva en la que quedan los proyectos sociales contenidos en los planes de desarrollo. Quien se perjudica es el pueblo, destinatario de toda la política pública. Por eso es tan importante saber elegir.
En la pasada época electoral, monseñor José Clavijo Méndez, obispo de Sincelejo, quien hasta entonces no había intervenido directamente en política, pidió a los fieles no elegir ladrones, ni por compadrazgo, ni por recomendación, ni por sentimentalismo.
Es que decidir por un cargo de elección popular no es para pensar en uno solo. Si uno elige debe pensar en todos, en el beneficio general y nunca en el particular. Pero las elecciones están rodeadas de intereses nocivos que desdibujan esta esencia. En el caso de Sucre, pensar mucho en los pobres, que son mayoría y que nos necesitan.
Hay que dejar las prácticas y costumbres clientelistas, desterrarlas y renacer políticamente. No es tarde. Eso nos evitará, por ejemplo, el desgaste del Estado investigando el difícil campo de los delitos contra la administración pública y los procesos electorales cuando la silla queda vacía. Toda esa plata sale del bolsillo de nosotros. Debe dolernos, debemos valorarla.
Betulia tiene una oportunidad de oro para rectificar la decisión de hace más de dos años. Fernel Avilez Tovar, un docente de toda la vida, dejó el puesto a un lado, agobiado por el peso de la investigación penal. Un contrato que para la Fiscalía fue suscrito en contravía de la ley terminó (por ahora) con su carrera política.
Hay para elegir: un liberal, un conservador, dos candidatos de movimientos étnicos y alternativos y el voto en blanco. Llegado el domingo, que no nos tome insensibles a la realidad y a la necesidad de saber elegir.
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