Su imagen será un referente de la fe y de la sincelejanidad. Clara Luz Barón Romero no necesitó más que un velo blanco, su nobleza, humildad y devoción para ser reconocida así.
Este martes falleció en Sincelejo, donde deja en varias generaciones el recuerdo de una mujer apacible, que amaba a Dios y era consagrada a la Iglesia.
Residía en el ancianato del Socorro, donde pasó sus últimos días y, para su fortuna, cerca del templo, donde encontró el sentido a su vida.
El periodista e historiador Julio César Pereira, quien la fotografió y expuso su rostro como una forma de identificar a Sincelejo, la describió como una santa viva.
«Nos acostumbró en un eterno éxtasis con la oración. Su figura inamovible y contemplativa, postrada por horas ante el Santísimo Sacramento. Orante eterna al Creador».
El cuerpo de Clara, de quien la historia cuenta que cultivó su fe desde joven cuando era llevada por su padre a la Catedral a los oficios litúrgicos, es velado en el asilo.
La eucaristía de exequias es a las 10:00 de la mañana del miércoles en el templo de la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y luego, el sepelio en el Cementerio Central.
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