Dieciocho años esperó la familia Díaz, el más notorio de ella Juan David Díaz Chamorro, para conseguir justicia por el asesinato del alcalde de El Roble, Eudaldo León «Tito» Díaz Salgado.
En un mensaje enviado vía WhatsApp a periodistas, Juan David, hijo de «Tito», resumió estos 18 años, que empiezan su momento culminante con la confesión del crimen por parte del exgobernador de Sucre Salvador Arana ante la JEP, como una justicia a un alto costo: cuatro atentados, 50 amenazas y cinco procesos judiciales en su contra, así como el exilio y 18 asesinados entre testigos y familiares de estos.
«¡Dios es Grande! Me concedió valor para perseverar ante la Justicia humana y sobretodo a siempre creer en la Justicia Divina», señaló en el inicio del mensaje, y añadió que «no hay crimen perfecto, la verdad se devela, y este es un testimonio que lo demuestra».
«18 años de mi vida sin derecho a paz ni tranquilidad por el hostigamiento constante, 10 de estos cargando 4 procesos jurídicos en contra, basados en montajes orquestados de supuesta relación con paramilitares y hasta homicidios».
«18 años en los que en muchas partes se me cerraron sin razón las puertas a nivel laboral porque nadie se atrevía a darle trabajo al hombre que se atrevió a alzar la voz clamando justicia y enfrentar al poderoso Salvador Arana, a sus paramilitares por su complot y su crimen; que se atrevió, solo revestido de dignidad, a luchar contra la impunidad», sostuvo.
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Díaz, quien aún cuenta con esquema de protección, así como parte de su familia, narró que no solo le había tocado ver cómo arrebataron la vida de su padre, sino cómo calumniosamente fue tildado de guerrillero y luego de paramilitar por parte de sus verdugos.
«¡Doloroso!, pero tanta injusticia me dio un motivo más para persistir a pesar de las amenazas y los intentos de homicidio en mi contra y de mis familiares, con los que siempre hemos sido uno, a la hora de aguantar y enfrentar al poder criminal de la mafia sucreña, pero así como no podíamos permitir que su muerte quedara en la impunidad, tampoco que su nombre y legado fuera manchado por las calumnias», acotó.
El también médico, defensor de derechos humanos y excandidato a la Gobernación de Sucre, consideró que Dios lo ha cuidado del «lazo del cazador» y le ha dado la oportunidad de ver justicia.
«Salvador Arana anuncia públicamente que mi padre fue asesinado por el y sus cómplices, por que cuando mi padre «Tito» Diaz fue alcalde, asumió con el corazón y la vida trabajar para mejorar las condiciones de su pueblo y defender sus arcas, los recursos de todos para el bienestar común», indicó.
Sobre las regalías, dineros que Arana admitió haber desviado en favor del proyecto paramilitar, el hijo de la víctima manifestó que su padre había sido el único que se atrevió a no entregarlos, a enfrentar a las mafias criminales y a denunciarlas públicamente.
«Convirtiéndose para los saqueadores del erario público en una piedra en el zapato. Es allí cuando estos, después de acorralarlo de muchas formas, vieron que no lo arrodillarían para favorecer sus nefastos propósitos. Todos, desde el gatillero hasta el parapolítico más prestante, deciden confabularse para asesinarlo (2003)», agregó.
La confesión de Arana, que será detallada por orden de la JEP en una audiencia el 19 y 20 de agosto próximos, se produce 13 años después de que la Corte Suprema de Justicia lo condenara a 40 años por el asesinato y desaparición de ‘Tito’, y acompaña ese relato de un pedido de perdón a la familia Díaz.
«Refiriéndose a nosotros, sus víctimas, en sus propias palabras: …»El Alcalde de de El Roble y su familia son personas dignas, valientes y honorables, no paramilitares ni Guerrilleros»…», destacó Juan David de la Resolución de la JEP que contiene el plan de verdad.
«Este no es sólo un triunfo para nuestra familia, para las víctimas del paramilitarismo, sino para todos los sucreños y colombianos. Se ha logrado algo muy importante, demostrar que, a pesar de ser personas comunes y corrientes, ciudadanos con valentía, esfuerzo y dignidad, si te lo propones, puedes encontrar justicia», complementó.
«¡Mi familia fue un David que enfrentó a Goliat!», fue una de sus conclusiones.
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