La Palabra del día y la reflexión del padre Adalberto-domingo

Angeles

(Contenido facilitado por www.diocesisdesincelejo.org)

La Palabra del día

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (60,1-6):

¡LEVÁNTATE y resplandece, Jerusalén,
porque llega tu luz;
la gloria del Señor amanece sobre ti!
Las tinieblas cubren la tierra,
la oscuridad los pueblos,
pero sobre ti amanecerá el Señor,
y su gloria se verá sobre ti.
Caminarán los pueblos a tu luz,
los reyes al resplandor de tu aurora.
Levanta la vista en torno, mira:
todos ésos se han reunido, vienen hacia ti;
llegan tus hijos desde lejos,
a tus hijas las traen en brazos.
Entonces lo verás, y estarás radiante;
tu corazón se asombrará, se ensanchará,
porque la opulencia del mar se vuelca sobre ti,
y a ti llegan las riquezas de los pueblos.
Te cubrirá una multitud de camellos,
dromedarios de Madián y de Efá.
Todos los de Saba llegan trayendo oro e incienso,
y proclaman las alabanzas del Señor.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 71

R/.
Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos dé la tierra.

V/. Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.

V/. En sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R/.

V/. Los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
postrense ante él todos los reyes,
y sirvanle todos los pueblos. R/.

V/. Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (3,2-3a.5-6):

Hermanos:
Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor de vosotros, los gentiles.
Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo, y partícipes de la misma promesa en Jesucristo, por el Evangelio.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (2,1-12):

Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenia que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron:
«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
“Y tú, Belén, tierra de Judá,
no eres ni mucho menos la última
de las poblaciones de Judá,
pues de ti saldrá un jefe
que pastoreará a mi pueblo Israel”».
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:
«ld y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo».
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con Maria, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino.

Palabra del Señor


La reflexión del padre Adalberto,

Solemnidad de la Epifanía del Señor. 

Celebramos a Jesús Mesías, «luz grande» que vio el pueblo que habitaba en tinieblas y brilló para los que habitaban en tierra y sombras de muerte (cf. Mt 4,16). Quizás por influjo del salmo 72 (vv. 10-11.15), desde finales del siglo VI se ha supuesto que los «magos» de los que habla Mateo eran «reyes». Y, por los tres dones que enumera, se ha supuesto que eran tres: Melkon (Melchor en Occidente), que reinó sobre los persas; Baltasar, que reinó sobre los indios, y Gaspar, que fue dominador de los países árabes. Pero la realidad del relato es otra, y su mensaje, como siempre, sorprendente.

En el pueblo hebreo los «magos» eran considerados lo peor de la raza humana, porque tenían fama de embaucadores y mentirosos, así como en la sociedad judía los «pastores» también tenían mala reputación. Lo que Lucas dice de los excluidos en la sociedad judía es lo que afirma Mateo de los mismos en la sociedad humana. 

Mt 2,1-12.

El relato, después de una breve noticia introductoria, presenta tres escenas y una breve noticia conclusiva.

1. Noticia introductoria.

Después de haberse extendido en el modo del nacimiento de Jesús Mesías, Mateo informa el lugar de este hecho y su datación aproximada. Por un lado, nace como estaba anunciado, en la aldea de Belén; por el otro, nace en tiempos en que reina en Judea un rey idumeo, rey ilegítimo, porque no desciende del rey David.

2. La presencia de los magos.

Mateo señala con énfasis (ἰδού) la súbita presencia de personajes aún más extraños que Herodes: unos magos, hecho desconcertante y molesto no solo en Judea, sino sobre todo en Jerusalén, la ciudad santa de los judíos. La magia era una actividad condenada en la Biblia, y los magos eran despreciados porque, además de paganos, eran corruptos, tenían fama de charlatanes y ladrones. La incomodidad que causa su irritante presencia estalla como una bomba cuando explican lo que hacen allí: ¡buscan al rey de los judíos que acaba de nacer para rendirle homenaje! Es natural que el rey Herodes, tan celoso de su poder, se sobresaltara. Pero también se sobresaltó la ciudad que padecía su dominio, en vez de alegrarse. Tal vez porque presentía lo que Herodes sería capaz de hacer para salvaguardar su permanencia en el trono. Pero era posible que hubiera intereses en conflicto: el rey temía perder su trono; el pueblo presentía la purificación del templo.

3. La reacción de los dirigentes.

Herodes controla todo. Convoca a los sumos sacerdotes (el poder religioso) y a los letrados del pueblo (el poder ideológico) como si fueran ministros suyos, y les hace una consulta: dónde tenía que nacer el Mesías. Prescinde de los «senadores», tercer componente del Consejo, tal vez porque el asunto es de carácter religioso, o, al menos, eso quiere hacer pensar él. Es claro que todos ellos entienden que ese rey recién nacido por el que preguntan los magos es el Mesías que anunciaron los profetas, pero ellos ya no lo esperaban, aunque sí los pobres del pueblo.

La respuesta a la consulta tiene precisión geográfica y solvencia académica. Con la cita precisa de la Escritura le indican al rey el lugar –que a partir de este hecho adquiere valor inusitado– y explicitan dos rasgos que les preocupan del Mesías: un «jefe» (ἡγούμενος, ἡγεμῶν, cf. Mt 10,18), que se pensaba que iba a suplantar a Herodes, y «pastor» (ποιμήν, cf. 2Sam 5,2) en acción, que desplazaría a los dirigentes religiosos, Su misión será reunir el pueblo para Dios.

El poder puso en marcha sus recursos para protegerse. Herodes se informó sobre la fecha del nacimiento y trató de utilizar clandestinamente a los magos para llegar hasta el niño, declarando la falsa intención de rendirle homenaje. Los magos lo escucharon con intención de hacerle caso.

4. La búsqueda de los magos.

La estrella brilló en el Oriente, pero su brillo no se percibía en Jerusalén. El dato de la Escritura, a pesar de su precisión, no movió ni al «jefe» político ni a los «pastores» religiosos. Los magos siguieron su búsqueda después de escuchar al rey. Era costumbre en Oriente viajar de noche. Saliendo de Jerusalén, la estrella vuelve a guiarlos hasta pararse encima de donde estaba el niño. En ese momento, la estrella y el niño se identifican: «Ver la estrella les dio muchísima alegría», la que no sintieron en Jerusalén. «La casa» en la que ingresan es la comunidad donde él reina. Y, como se acostumbraba en Israel, la pareja real está formada por el rey y su madre (el hijo-rey, la madre-reina). El homenaje es primero gestual: postración de rodillas; después, es simbólico: le ofrecieron dones. Los dones explicitan el sentido del homenaje ritual como signo de acatamiento y alianza de amor (cf. Ct 3,6-11):

• El oro, reconocimiento de su realeza (cf. Is 60,1-6).

• El incienso, homenaje a «Dios con nosotros» (cf. Lv 2,1-16).

• La mirra, metáfora del amor de alianza matrimonial (cf. Ct 1,13; 5,1.5).

Lo que hasta entonces había sido privilegio exclusivo de Israel, el «pueblo santo», y vedado a los «profanos» paganos e «impuros» magos, de ahora en adelante queda abierto a toda la humanidad; por muy indignos que se los juzgue, todos los pueblos podrán rendirle homenaje a Dios en Jesús.

5. Noticia conclusiva.

Dios interviene para liberar de un posible engaño a los que tenían reputación de embaucadores. No deben volver a Herodes. Así, Dios manifiesta el cuidado de su amor tanto por el Mesías como por los que lo reconocen como tal.

La expresión «otro camino» se encuentra en 1Ry 13,10, en donde un hombre de Dios denuncia a un rey asesino en el santuario de Betel, y después no acepta las dádivas del rey, porque el Señor le había prohibido volverse «por el mismo camino» (13,9). Es decir, los magos reciben aviso de distanciarse de Jerusalén y del rey Herodes. El misterio de la epifanía es la manifestación del amor universal de Dios; universal no solo en extensión, sino también en calidad: para todos los pueblos, y para toda clase de seres humanos. Esta noticia les resulta escandalosa a los hombres religiosos. Por eso los simples magos pudieron haber sido transformados en reyes, para desviar la atención del estigma que pesaba sobre ellos como magos, pero al precio de negar la universalidad del amor de Dios. Es frecuente escuchar salvedades o excepciones al amor de Dios. En teoría, se admite que él ama a todos; pero, en la práctica, suelen hacerse distinciones, o se ponen limitaciones, o se establecen condiciones que, a la larga, restringen el alcance universal del amor de Dios.

Celebrar la cena del Señor sin recordar que al banquete de bodas de su Hijo el Padre invitó a todos los excluidos de la sociedad, a los excluidos de la humanidad y a los que se sentían indignos de ser invitados (cf. Lc 14,21-23) para que se enmendaran y participaran de dicho banquete (cf. Lc 5,29-32), es olvidar la universalidad del asombroso amor del Padre. No podemos permitirnos ese olvido, porque oscureceríamos el misterio y suprimiríamos la misión.¡Feliz solemnidad de Epifanía!

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