Tras la muerte del papa Francisco, fue convocado el cónclave y, el 08 de mayo, después de dos días, se eligió al nuevo papa: Robert Francis Prevost. Es el papa 267 de la historia.
Los nombres que eligen los papas marcan cómo será su accionar durante el pontificado; por lo menos, en los últimos papas lo hemos constatado. Francisco, por ejemplo, tenía una preocupación por el medio ambiente, la «casa común», así como san Francisco, que amaba a todos los seres de la naturaleza porque eran criaturas de Dios. En la encíclica Laudato Sí, título que proviene del Cántico de las criaturas de Asís, el papa Francisco deja a la humanidad una profunda reflexión sobre la crisis ecológica global y la necesidad de una conversión ecológica.
Ahora bien, hemos advertido que el nombre que toman los papas marca, de alguna manera, el derrotero que seguirán. No obstante, la historia de por qué se cambian los nombres los papas cuando son electos tiene un origen distinto. En un principio, los papas conservaban su nombre, y el primero en cambiar el suyo fue Juan II (533-535), cuyo nombre era Mercurio. Como ese nombre estaba asociado a un dios romano, lo cambió por uno cristiano, pues el sucesor de Pedro jamás debería portar un nombre pagano.
Tras la elección al solio de Pedro, la sustitución del nombre bautismal por el pontifical se ha convertido, a lo largo de los siglos, en una costumbre milenaria profundamente arraigada en la historia de la Iglesia que está ligada a los orígenes del cristianismo: fue Jesús quien cambió el nombre del apóstol Simón por el de Pedro, el primer pontífice. Vatican News.
León XIV es el nombre que se ha ceñido el nuevo papa. Es imposible, con ese nombre, no remitirnos a la historia y traer a colación a León X y León XIII. El primero fue uno de los papas más representativos del Renacimiento; fue el papa que excomulgó a Lutero, después que publicara sus famosas 95 tesis.
Su nombre de nacimiento era Giovanni di Lorenzo de’ Médici; fue papa de 1513 a 1521 y pertenecía a la poderosa familia florentina de los Médici. Fue el artífice de la decoración de la Basílica de San Pedro, y gracias a su patrocinio, el pintor Rafael pudo dejar ese legado a la humanidad.
El segundo, el papa León XIII, fue papa de 1878 hasta 1903. Marcó una transición importante de la Iglesia hacia la modernidad, sobre todo en temas sociales. En su encíclica Rerum novarum (1891), hace explícita su defensa a los derechos de los trabajadores, el salario justo y la propiedad privada.
Fue mediador en los conflictos de naciones.
Si tenemos en cuenta sobre todo a este último papa, podemos aventurarnos a decir que León XIV no se alejará del camino que ya había marcado Francisco. De hecho, ha expresado su férreo compromiso con la doctrina social de la Iglesia.
#LeonXIV recibe a los miembros del #ColegioCardenalicio y explica la elección del nombre pontificio: una referencia a #LeonXIII que con la #RerumNovarum afrontó la cuestión social en la primera revolución industrial. https://t.co/yT7tTTdMzF
— Vatican News (@vaticannews_es) May 10, 2025
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