Hace pocas horas se conoció de un choque de opiniones entre la senadora Ana María Castañeda y el gobernador Édgar Martínez Romero por el manejo del presupuesto departamental para la salud.
Las diferencias se generaron después de que la congresista señalara de ineficiente al gobernador porque el presupuesto para este sector alcanzó en 2017 un poco más del 38.%.
Para la senadora, esto una muestra de que al gobernador no le duelen ni salud ni los pobres, a los que se refiere un informe de la Auditoria, que detalla el manejo de recursos para la población de escasos recursos.
El gobernador invitó a la senadora a informarse antes de señalar, y aseguró que es falso que sea ineficiente, que todo se debe a la congelación de recursos por parte del Ministerio de Hacienda.
Esta controversia deja ver una relación poco cordial entre ambos dirigentes políticos. Al ser ellos figuras reconocidas en el ámbito nacional, sus posturas calan hondo en la ciudadanía.
Mucho más cuando el que viene es un año electoral y empiezan las acomodaciones políticas.
No quiere decir lo anterior que ambos estén en controversia por intereses políticos, pero en un país donde esto es pan de cada día, no falta quien lo concluya.
Sucre necesita más que dirigentes que se crucen comunicados señalándose el uno al otro y, por qué no, confundiendo a la ciudadanía, unión y trabajo conjunto.
Este sigue siendo un departamento pobre, con nulas oportunidades para los jóvenes y las regiones. Antes que trabajos dispersos y polémicas con trascendencia mediática, lo mejor es lograr el desarrollo que nos ha sido esquivo por la histórica corrupción a la que hemos estado sometidos.
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