La veinteañera canción El costo de la vida, de Juan Luis Guerra, le queda como anillo al dedo a Sincelejo, donde la vida es cara.
La capital sucreña es la tercera de todo el país donde vivir vale más. Las dos primeras son Cartagena y Barranquilla.
El informe de variación anual del índice de precios al consumidor, publicado por el Dane, muestra que estas tres capitales caribe están muy por encima de la media nacional (3.33%): Cartagena, 3.74%; Barranquilla, 3.71%; y Sincelejo, 3.66%.
El Dane detalló que en lo que más gastan los colombianos es en vivienda, transporte, vestido, alimentación, educación, comunicaciones, diversión, entre otros.
La variación de este indicador para Sincelejo en 2018 es evidente:
Enero (1,34%), febrero (1,33%), marzo (1,63%), abril (1,83%), mayo (1,72%), junio (2,16%), julio (2,51%), agosto (3,26%), septiembre (3,60%).
Es preocupante
El profesor universitario Hernando Jaimes Amorocho, economista y fundador del Observatorio del Mercado del Trabajo en Sincelejo, explicó que este indicador da para preguntarse qué es lo que hay que hacer en Sincelejo.
«Y la respuesta es muy compleja. Al fin y al cabo, el índice de precios mide, de alguna manera, cómo participa nuestra ciudad en ese mercado generalizado, globalizado y que se refleja en la calidad de vida de los sucreños», sostuvo.
Para Amorocho, en Sincelejo la situación es preocupante porque no hay industria y aunque el comercio ha crecido, no está jalonando el crecimiento económico como se debiera, todo esto sumado a la informalidad del sector agropecuario.
«El turismo no ha podido despegar, pese a los esfuerzos. Y nos toca empezar a pensar cosas nuevas. Tenemos una dirigencia, en su mayoría, que ha sido permeada por la corrupción, no podemos seguir en este círculo vicioso de que como no hay empleo formal, industria y los servicios son de escasa calidad, no vamos a tener grandes empresas», resumió.
Algo positivo
El catedrático sugirió aprovechar el mejoramiento de la red vial de Sincelejo, explorar oportunidades con la entrada en funcionamiento del puerto de Magangué y Tolú, y que Sincelejo se convierta en un puerto libre y seco.
«Mientras esas soluciones no se den, las alternativas de corto plazo serán solo paliativas. Invito a los dirigentes a la reflexión, las cosas tienen que cambiar. Esto es una bomba de tiempo. Todavía hay violencia, población desplazada, y no hay cómo darle una economía digna», señaló.
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