Si en México no todo el mundo es católico, pero sí guadalupano, en el municipio de Sincé ocurre algo similar, también con la Virgen María.
Este 8 de septiembre se ven correr ríos de gente porque la fiesta de la Natividad de María, que la Iglesia celebra hoy, convoca a centenares, y se puede decir que a miles, que manifiestan su fervor.
El Santuario Mariano Natividad de María, el principal templo católico de Sincé, se queda pequeño para recibir a tanto feligrés que llega del mismo municipio, de Sucre, del Caribe y de otras partes del país a venerar a María.
Los fieles llegan a celebrar la fiesta religiosa, a ofrecer flores a la imagen de la Niña María del Socorro, a pedirle su intercesión o cumplir sus promesas por los favores recibidos.
El pueblo es un hervidero humano, todo gira en torno a la fe, a las cinco misas programadas y a la visita del obispo, que preside a las 11:00 de la mañana la eucaristía solemne.
El 8 de septiembre en Sincé es el día en que el pueblo luce su mejor cara, las casas de los católicos tienen banderas azul y blanco, y los que pueden, lucen su mejor vestido.
Fe y trabajo
La fe mueve más que oraciones. La cantidad de visitantes demanda de los nativos servicios de transporte, de comida y de hotelería, aunque este último negocio no sea tan formal, pero no por eso incómodo.
La venerada imagen de la Niña María del Socorro es la combinación de una fiesta religiosa y una advocación.
La tradición cuenta esta devoción nació del auxilio que la Virgen brindó al pueblo en un momento de dificultad. María, en imagen de niña, fue su socorro.
Por eso, aunque hoy se celebra la Natividad de María, los sinceanos le añaden el apellido “del Socorro”. El resultado: Niña María del Socorro.
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