En Ovejas, la paz se teje con manos de mujeres valientes y acompañamiento del SENA

Más de 23 mujeres víctimas del conflicto y firmantes de paz participan de la actividad liderada por el SENA.
Angeles

En la vereda Buenos Aires, una comunidad del municipio de Ovejas, más de 23 mujeres víctimas del conflicto y firmantes de paz han encontrado en el croché una forma de sanar, perdonar y reconstruir los lazos que la violencia intentó romper.

Esta iniciativa, impulsada por el SENA, en el marco del proyecto Arraigo Caribe financiado por la Embajada de Suecia y la organización internacional We Effect, se ha convertido en una apuesta firme por la reconciliación, el empoderamiento femenino y la reconstrucción del tejido social.

Aquí, entre colores vivos y manos decididas, no solo se entrelazan hilos: se unen vidas, se forjan vínculos de sororidad, confianza y esperanza. Las mochilas que hoy tejen no son simples accesorios; son piezas cargadas de historia, cada una con el alma de una mujer que ha decidido no rendirse.

“Buscamos apostarle a un nuevo proyecto. Comenzamos con las mochilas Wayuu y luego aprendimos a trabajar el croché. Nuestras mochilas se diferencian porque están hechas por manos de mujeres trabajadoras, mujeres luchadoras que no les temen a los retos y el SENA nos regaló una puntada para comenzar a generar ingresos para nuestras familias.”

Y es que esas puntadas, aparentemente simples, son en realidad actos de transformación. Con cada hilo que se cruza, las mujeres de Buenos Aires tejen no solo productos, sino sueños.

Gracias al acompañamiento del SENA, estas mujeres aprendices han logrado transformarse en artesanas y emprendedoras, unidas en un proyecto productivo comunitario donde, con cada puntada, tejen su historia con nuevos colores. “Nuestras mochilas llevan los tonos de la naturaleza de estas bellas tierras de los Montes de María”, afirma con orgullo Katia Navarro, una de las beneficiarias.

Los tejidos que nacen en este rincón de Sucre ya han cruzado fronteras. Algunos de ellos llegaron hasta la Asamblea Federal de Suiza, llevando consigo no solo el arte de estas mujeres, sino también sus voces, su historia de resiliencia y su mensaje de esperanza.

“La organización We Effect nos llevó hasta Suiza para contar nuestra experiencia con este proyecto, eso ha sido de las cosas más significativas de todo este proceso” afirmó Katia.

Por su parte, Verónica Olivera, también participante del proyecto, compartió un emotivo mensaje de gratitud durante un encuentro entre el SENA y la comunidad: “Agradecemos al SENA y a We Effect por abrir estos espacios para nosotras, por empoderarnos a través de este arte y enseñarnos a tejer desde cero. Gracias al SENA dejamos de ser solo víctimas y nos convertimos en tejedoras. Todo lo que hacemos, lo hacemos con amor, dedicación y esfuerzo”.

Hoy, en sus rostros, la sonrisa empieza a borrar las huellas del pasado y a dibujar un futuro distinto. Un futuro que se construye puntada a puntada, donde cada mochila es un acto de sanación, y cada color, una celebración de la vida.

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