Los sucreños hemos visto con impotencia durante mucho tiempo cómo los años cierran con las nada deseadas cifras de homicidio.
Ochenta, o 90, o 100, o más. Son muchos. No debería registrarse ni uno solo, pero se nos ha vuelto paisaje.
Las cifras son cifras y como tal a veces no miran lo humanidad, sino el comportamiento numérico. Por eso choca que, para medir estadísticamente, las autoridades hablen de reducciones del índice, como si un ser humano pudiera medirse a la mitad.
Más que números, estamos necesitados de una efectiva política intersectorial para evitar los homicidios.
Nuevamente Sincelejo y San Marcos registran asesinatos. En épocas anteriores estas poblaciones estaban con altos picos de homicidios. Pero en una época en la que las fuerzas de orden y entidades de investigación tienen tanta tecnología a la mano, ¿sería descabellado pensar en una lucha efectiva contra el delito de homicidio?
¿Tenemos que acostumbrarnos cada año a contabilizar más de 100 muertos? Si es así, este año serán asesinadas 20 personas más.
Es triste saber que el valor de la vida se ha perdido y que todavía hay quienes se salen con las suyas tras matar.
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