La tumba profanada

El artículo es responsabilidad del autor y refleja su pensamiento, independiente del de sucrenoticias.com

Foto: archivo particular.
Angeles

Por Jhony Polo Barrios
Teólogo y escritor de relatos


Como si se tratara de un típico caso para Sherlock Holmes, el misterioso hallazgo de una tumba profanada en el cementerio de San Benito Abad causa escozor a sus habitantes, al tiempo que genera incontables interrogantes y conjeturas tan disímiles que podría escribirse el guión de una película de terror, o, tal vez, el libreto para una comedia de humor negro.


Los habitantes del municipio sucreño, la mañana del 14 de septiembre, amanecieron con el corazón hinchado de fe, pues ese día es la fiesta del Cristo Milagroso, el icónico signo religioso con más adeptos del Caribe; sin embargo, toda la efervescencia en torno al acontecimiento fidedigno se vio opacada por un hecho contrastante: el sacrilegio de un sepulcro.   

El cementerio de San Benito es célebre porque en su interior creció, como un cíclope, una ceiba, cuyas ramas podrían sombrear la extensión de una cancha  de tenis, y nueve hombres no alcanzarían a rodear el grosor de su cuerpo si se abrazaran a ella. Muchos dicen que la gigantesca ceiba es la vigilante de los muertos, pero esa madrugada, quizás vencida por el sueño, no pudo cuidar la tumba en donde yacían los restos de Filiberto Flórez.

La noticia corrió a la velocidad con que las redes sociales promulgan lo que acontece. Tan pronto me enteré, me calcé unas botas, pues había llovido  y las calles se vuelven imposibles de transitar. Así, con la indumentaria adecuada, me dirigí hasta el camposanto. Una vez dentro, pasé por un costado de la ceiba, cuyo cuerpo parecía pintado con estuco por la mierda que dejan caer sobre él los gallinazos que duermen en las ramas. En el fondo, un puñado de gente bordeaba la fosa profanada. Me acerqué un poco y logré escuchar, en un tono escandaloso, una voz caprina que decía: “Hoy, día del Milagroso, además, día en que nació el difunto. Son muchas coincidencias. Es un caso de brujería”. La voz caprina, hasta cierto punto, tenía razón; eran muchas las coincidencias y sucesos acontecidos ese día, la Contraloría General trinaba en su cuenta de Twitter: “finalmente se encontraron hallazgos por $61 millones en proyectos Covid en los municipios de San Juan de Betulia  y San Benito Abad”.

Embutida en un vestido de coloridas flores, la mujer de la voz caprina, sentenció: «Es triste que esto suceda en este pueblo. No es posible que hasta a nuestros muertos se quieran robar. Que el alma de Filiberto descanse en paz».

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