Se puede pensar que los jugadores son los que más sufren en los partidos. Pero tanto o más sufren los entrenadores, quienes gritan, saltan y manotean en cada partido.
Los técnicos plantean un sistema de juego previo, pero algunos jugadores no cumplen al pie de la letra las funciones indicadas y es cuando empieza el sufrimiento.
El nivel aumenta cuando el juego se está perdiendo y el reloj parece correr rápidamente en su contra.
Cambios desesperados con el fin de remontar el marcador, y a veces no funcionan. La adrenalina sube durante el juego y solo baja cuando finaliza.
Allí llega la calma porque hay que motivar a los niños para el próximo compromiso, porque no hay un mañana para un torneo que no se juega todos los días y porque que se busca llegar a la final de la edición XXIV del Festival Nacional de Clubes y Escuelas de Fútbol-Imder Sincelejo.
Así es como Sebastián Vanegas, del equipo Santa Fe, categoría pollito, sufre, como todos los entrenadores, cuando se para detrás de la raya.
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